Ya se sentó un precedente para repetir partidos de fútbol que fueron amañados, pero todavía hay mucha incertidumbre.
Durante unas eliminatorias mundialistas en las que los fracasos de Italia, Chile, Holanda y Estados Unidos remecieron el panorama, la decisión de repetir un partido entre Sudáfrica y Senegal apenas generó algunos titulares fuera de África.
Pero sus repercusiones podrían ser importantes para el deporte a nivel mundial, y apenas ahora es que empiezan a notarse, junto con las fallas en el proceso que utiliza la FIFA para evaluar la integridad de los árbitros.
La FIFA determinó que el árbitro que pitó el partido de las eliminatorias estaba tan metido en una conspiración para amañar partidos que la única alternativa era anular el resultado. No era necesario demostrar el motivo, o siquiera demostrar que el árbitro obtuvo algún beneficio económico por sus actos en el partido de noviembre de 2016 en Polokwane, Sudáfrica.
El caso de corrupción contra el árbitro Joseph Lamptey fue sustentado con algoritmos y modelos estadísticos en vez de confesiones, grabaciones o sobres con dinero.
Los hinchas en el estadio y por televisión vieron incrédulos cómo los anfitriones anotaron dos goles inexplicables al final del primer tiempo contra Senegal.
Primero, se pitó un penal por una mano, aunque era claro que la pelota había golpeado la pierna de un jugador senegalés. Lamptey debió tenido 200% de certeza de la decisión, dijo su asesor en la evidencia divulgada esta semana. A los 45 minutos, ocurrió otro incidente, no tan evidente pero igualmente sospechoso: la acción se reinició rápidamente tras un balón parado, y la defensa senegalesa fue sorprendida despistada y permitió otro gol.
Cuando Sudáfrica ganó 2-1, las alertas empezaron a parpadear en las pantallas de las compañías que supervisan patrones sospechosos de apuestas. Luego hubo que determinar si Lamptey fue incompetente o corrupto.
La FIFA concluyó que hubo un patrón de arbitraje deshonesto de parte de Lamptey. Otros seis partidos pitados por el ghanés tuvieron manipulación sospechosa, dicen los documentos recién divulgados. No era coincidencia. Lamptey ya había sido suspendido de sus funciones por mal desempeño en varios escándalos de conocimiento público.
Esas anomalías tendrían que haber sido expuestas mucho antes por una evaluación competente de los árbitros, propuesta por su federación ghanesa, y respaldada por la Confederación Africana de Fútbol y la FIFA.
Sin embargo, meses antes del escándalo del partido por las eliminatorias, Lamptey era considerado tan competente por el comité de arbitraje de la FIFA, que fue llevado a Brasil para trabajar en el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de 2016.
No debe sorprender, por lo tanto, que pocas autoridades del fútbol quieran explicar por qué Lamptey no fue detenido mucho antes de ser sancionado de por vida por amañar el partido entre Sudáfrica y Senegal.
La confederación africana no respondió a varias preguntas sobre el caso. La FIFA culpó a la confederación africana por proponer a Lamptey, y argumentó que el arbitraje corrupto ocurrió en competencias que no eran regidas por la FIFA.
Cuando se repitió el partido, Senegal ganó y sepultó las posibilidades de Sudáfrica de clasificarse al Mundial de Rusia.
Sudáfrica decidió no apelar la decisión de repetir el partido al admitir que hubo motivos éticos y morales para hacerlo.
No recuerdo un caso en el que una federación haya decidido repetir un partido por las eliminatorias para la competencia más importante debido al amaño de partidos, dijo Andreas Krannich, director administrativo de la empresa Sportradar que supervisa la integridad en el fútbol. Esta es una postura muy fuerte, y fija un nuevo paradigma.
La FIFA no dijo cómo piensa arreglar las fallas en la selección de árbitros.
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Rob Harris está en www.twitter.com/RobHarris y www.facebook.com/RobHarrisReports