MÉXICO -- Edgardo Codesal confiesa: “A mí también me hubiera gustado ser técnico”. El árbitro mundialista en Italia 90 felicitó en su momento a Marco Antonio Rodríguez cuando se convirtió en el primer silbante mexicano en asumir el cargo como entrenador de un equipo profesional sin pasar por la faceta de futbolista, cuando fue contratado por el Salamanca de España... una aventura que al final no se concretó, y se suma a una más de las anécdotas que han marcado la vida de 'Chiquimarco'.
Los antecedentes indican que en la etapa previa al futbol profesional en México, es decir antes de 1949, la manera en que los futbolistas buscaban seguir ligados a la industria del balompié era a través de convertirse en entrenadores o árbitros.
“Tuvimos a Don Fernando Marcos, que fue técnico, árbitro, periodista y futbolista, Marco va por ahí, aunque él no fue futbolista”, contó el ex director de la Comisión de Arbitraje, quien le dio la oportunidad de debutar como silbante a Marco Antonio Rodríguez hace más de dos décadas.
"Fue nombrado entrenador del Salamanca de la Segunda División B de España, lo que lo convierte en el primer árbitro mexicano que está al mando de un equipo profesional, sin pasar por la faceta de futbolista. En décadas pasadas, personajes como Fernando Marcos, el ex seleccionado nacional Manuel Alonso y Héctor Ortiz, pudieron presumir ser árbitros antes de dirigir, pero todos con antecedentes como jugadores", recordó Edgardo Codesal.
Rodríguez, quien fue entrenador del Salamanca por tres días, cambió la ruta de los silbantes para seguir ligados al futbol después de cumplir 45 años, la edad que estipula la Federación Mexicana de Futbol como límite para pitar en el futbol profesional de México.
“Anteriormente lo que sucedía es que los jugadores al retirarse se convertían en árbitros, porque se podía pitar hasta los 50 años y un futbolista no podía estar hasta esa edad en activo. Ahora se revierte la tendencia con la idea de que un árbitro puede seguir ligado al futbol como entrenador”, explica el silbante encargado de pitar la final de la Copa del Mundo de 1990.
Fernando Marcos fue futbolista, debutó como árbitro en 1934 y se retiró ocho años después para iniciar su carrera como entrenador. Manuel Alonso fue seleccionado nacional, después silbante y culminó su carrera como técnico del Irapuato en la década de los cincuenta. Héctor Ortiz siguió un camino similar, participó como futbolista en el Mundial de 1950 con la Selección Mexicana, después se convirtió en juez de cancha y, posteriormente, dirigió a los Pumas en 1958.
Gabriel Nieto Lara, en 1940, estuvo a punto de hacer una carrera similar a la de Marco Rodríguez, pero sólo pudo dirigir en selecciones amateurs y nunca a un equipo profesional, como lo hizo Chiquimarco por unos días en Salamanca.
El entrenador que se volvió árbitro
Ignacio Trelles, quien falleció el pasado marzo a los 103 años de edad, hizo el curso para convertirse en silbante al mismo tiempo que desarrollaba la labor de estratega, lo que significa el camino inverso al que está trazando Chiquimarco en su carrera.
“Don Nacho Trelles hizo el curso, lo terminó y recibió el título, pero nunca lo ejerció. Tengo conocimiento, porque hizo el curso en la FMF. Le preguntaba por qué lo hacía y decía que porque quería conocer todas las reglas de juego, porque creía que con eso podía tener algún beneficio”, expresa Edgardo Codesal.
El legendario entrenador mexicano dirigió nueve clubes en su carrera, con los que ganó siete títulos de liga, estuvo al mando de la Selección Mexicana y aunque se preparó para conocer las reglas del juego, nunca ejerció como árbitro pese a tener el título.