Juan Carlos Ortecho.
Miércoles 11:00 pm
Manuel Burga Seoane dormía su penúltima noche en libertad en una casa de playa en Pimentel, al norte del país. A esa misma hora, 6 a.m. del jueves, en Zúrich, agentes de la policía suiza entraban por una puerta lateral del hotel Baur au Lac con la orden de detener a Juan Ángel Napout, (paraguayo y presidente de la CONMEBOL) y Alfredo Hawit (hondureño y presidente de la CONCACAF) con fines de extradición a Estados Unidos.
Ajeno a este segundo golpe de la justicia norteamericana en el llamado “Fifagate”, Burga estaba lejos de imaginar que solo dos noches después estaría en una celda de la Policía Judicial de la Dirincri en Lima, enfrentando cargos de conspiración de crimen organizado, lavado de activos y fraude electrónico.
En realidad, la cuenta regresiva había estado marcando para él desde el 9 de junio de este año, cuando Alejandro Burzaco, uno de los empresarios argentinos involucrados en el escándalo, se entregó a las autoridades norteamericanas en Italia y comenzó a contarles la vida y milagros de la alta dirigencia del fútbol sudamericano, entre ellos la del ex mandamás del fútbol peruano.
Jueves 7:00 a.m.
Enterado de los últimos sucesos, Burga se paseaba por el malecón de Pimentel intercambiando mensajes de Whatsapp para conocer más detalles de la redada en Zúrich. Mientras tanto, Estados Unidos anunciaba una nueva denuncia que imputaba a dieciséis dirigentes latinoamericanos de formar parte de una organización mafiosa, que involucraba el fraude masivo, el soborno y el blanqueo de dinero. A estos personajes se les acusaba de haber recibido sobornos y comisiones de intermediaros por unos 200 millones de dólares. A cambio, estos intermediarios –como el ahora colaborador Burzaco– se hacían de los derechos comerciales de torneos de fútbol como la Copa América, la Copa Libertadores o la Copa Sudamericana. Entre este elenco de acusados, y sin que él lo supiera todavía, estaba Manuel Burga.
A la hora del almuerzo, y mientras Burga hacía planes para regresar a Lima y ponerse en contacto con sus abogados, Loretta Lynch, la Fiscal General de Estados Unidos, dio una conferencia de prensa donde presentó los nuevos cargos y dijo respecto a los dirigentes implicados en la red de corrupción:
–No podrán esconderse más, no se van a poder escapar.
Minutos después, el teléfono celular del ex presidente de la FPF no cesó de sonar. En Lima corría el rumor de que había sido detenido en Zúrich, mientras se confirmaba que el Departamento de Justicia de Estados Unidos le imputaba la comisión de los delitos de crimen organizado, lavado de activos y fraude electrónico. Burga hizo entonces lo que estaba acostumbrado a hacer cada vez que surgía una nueva denuncia en su contra en estos últimos años: atender a todos los medios y proclamar su inocencia.
Jueves 8:00 p.m.
Manuel Burga emprende el regreso a Lima sin saber que a esa misma hora en Washington, Loretta Lynch ya había firmado la solicitud para su detención preventiva en el Perú. Atiende la llamada de un periodista con el que conversamos para esta nota:
–Manuel, dicen que tu denuncia se basa en la confesión de Burzaco.
Del otro lado de la línea solo se escuchó silencio.
Efectivamente, el testimonio de Alejandro Burzaco, el argentino gerente de Torneos y Competencias (TyC), da cuenta de que a partir del 2009, Burga y los presidentes de las federaciones de Paraguay, Venezuela, Colombia, Ecuador y Bolivia –el llamado “Grupo de los Seis”–, pidieron una tajada de los sobornos que la empresa de Burzaco ya venía pagando al presidente de Conmebol –entonces el paraguayo Nicolás Leoz– y a los presidentes de las federaciones de Argentina, Uruguay y Brasil, a cambio de los derechos exclusivos de transmisión de la Copa Libertadores.
En el expediente de la fiscalía estadounidense, figura la declaración de Alejandro Burzaco en la cual dice que él, a través de una filial de TyC con sede en Islas Caimán comenzó a pagar sobornos por un monto anual cercano al millón de dólares a cada uno de los presidentes del “Grupo de los Seis”. Entre ellos, dice el argentino, estaba Manuel Burga.
Viernes 8:30 a.m.
Cada vez que Burga se ha visto envuelto en controversias ha tenido por costumbre llamar a un programa deportivo de radio AM donde le abren los micrófonos para que él se pueda despachar con un monólogo donde ejerce su defensa. Esta vez hace lo mismo y ya desde su casa en la Avenida Santa Cruz en San Isidro afirma al aire:
–No me corrí todas las veces que me citó el Congreso, y esta vez tampoco me pienso correr.
La diferencia es que esta vez, y mientras él habla por las ondas de AM para todo el Perú, la oficina de Cooperación Judicial Internacional y Extradiciones de la Fiscalía de la Nación ya tiene en su bandeja de entrada la solicitud de detención preventiva con fines de extradición y prepara el oficio para que el Séptimo Juzgado Penal de Lima emita la orden de captura del ex número uno del fútbol peruano.
Viernes 9:00 p.m.
La ciudad se mueve apurada ante la llegada del fin de semana prenavideño y los medios están atareados con la celebración de la CADE en Paracas. A esa hora, en el Séptimo Juzgado Penal ya se había emitido la orden de captura nacional de Manuel Burga. ¿Es posible que sea inocente? Si ese dinero del que habla Burzaco entró directamente a la Federación y no a sus cuentas personales, ¿eso no lo exime de culpa más allá de lo que diga Loretta Lynch? ¿Se trata de una situación de haber estado en el lugar y con las personas incorrectas?
Manuel Burga está en su casa de San Isidro. Unos minutos después recibe vía Whatsapp la noticia de su captura internacional, y usa el teclado para preguntar a su interlocutor:
–¿Acá en Perú o es de Interpol?
A las 10:30 p.m. del viernes 4 de diciembre, cuando todo el Perú estaba apunto de enterarse de su detención, Manuel Burga no sabía todavía quiénes lo habían venido a buscar.
Burga se queda en Requisitorias y mañana declara en juzgado
El ex presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) Manuel Burga permanecerá detenido en Lima durante un plazo de al menos sesenta días a la espera de que Estados Unidos solicite su extradición a las autoridades locales, informó la Fiscalía en un comunicado. Burga fue detenido el viernes por la Policía para atender una orden de captura internacional solicitada por Estados Unidos en el marco de la investigación de la fiscalía estadounidense a altos cargos y ex directivos de la FIFA por presunta corrupción.
La investigación por sobornos, que presuntamente alcanzarían los 200 millones de dólares, incluye 92 cargos por delitos que van desde organización mafiosa y fraude masivo hasta blanqueo de dinero, y los acusados, de los que ocho ya se han declarado culpables, se enfrentan a un máximo de 20 años de prisión.
El ex presidente de la FPF mañana pasará a disposición judicial para tomarle su declaración de ley en presencia de su abogado y del fiscal homólogo al juzgado. Luego, el expediente de Burga será elevado a la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema, donde se realizará audiencia de extradición. La Sala Penal Permanente emitirá “Resolución Consultiva”, que será comunicada al Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Justicia. Finalmente, el Consejo de Ministros decidirá la suerte de Manuel Burga y si procede extradición a través de una resolución suprema.