Tenía mucha ilusión el West Ham en este proyecto que ha ido de decepción en decepción. El cambio al nuevo estadio, las buenas sensaciones del curso pasado, lograr retener en verano al cotizado Dimitri Payet… Todo esto parece ahora muy lejano en una escuadra londinense que ayer lograba, eso sí, una victoria balsámica ante el Crystal Palace (3-0).
Precisamente el talentoso jugador francés ha protagonizado el último incendio en el seno de los hammers, al revelar su entrenador esta semana que quería irse en enero. No pretende la escuadra londinense deshacerse de él, pese al constante interés del Olympique de Marsella. Pero el jugador al que en septiembre pagaron 1 millón de libras por su fidelidad el pasado verano, se ha declarado en rebeldía.
Más allá de esta traición que sienten en el West Ham, este mercado invernal ha puesto en evidencia la mala gestión de la dirección deportiva hace unos meses. Simone Zaza fue una de las grandes apuestas ofensivas y se ha marchado, mientras los rumores también han situado a otro de los delanteros de este club, Jonathan Calleri, lejos de la entidad. También fue fichado en verano.
Situación similar a la que vive Sofiane Feghouli, otra de las apuestas estivales del West Ham, colocado ahora cerca de la Roma y autor ayer de uno de los goles. Y otro que podría salir es el portero español Adrián, hasta hace poco indiscutible titular en el equipo, que ha perdido esa condición recientemente.
Los hammers parecen haber perdido el rumbo y por si fuera poco no tienen una figura determinante capaz de resolver partidos pese al mal juego. Y si para colmo en este mercado invernal pueden fugarse algunas de sus estrellas… La cosa no pinta bien.