Mientras la carrera más apretada por los playoffs en mucho tiempo en el Oeste y un posicionamiento crucial en el Este otorgan atmósfera de eliminatoria a muchos partidos a estas alturas del calendario, otros se juegan sin más pretensiones que ver cómo van pasando cosas. Cosas: los Lakers ganaron a los Magic (108-107) en un final surrealista que nos hizo descubrir una norma todavía más surrealista y no precisamente justa. Aparentemente. Con seis décimas por jugar y bola para los Magic en banda, el tiempo empezó a correr mientras el balón (que después había robado Lonzo, para colmo) iba por el aire sin que nadie lo hubiera tocado. Entre los árbitros y la mesa, confusión y un salto entre dos que dejó a los Magic con cara de pero esto qué es. Y con razón. Hasta Luke Walton dijo después que todos los días se aprendía algo nuevo. Más o menos.
Los Magic, uno de los equipos que peor ha capitalizado sus viajes a la lotería en los últimos años, avanza a toda máquina hacia otro: 20-45, empatado en la tercera marca de la NBA. Los Lakers se ponen en 29-35, 45% de triunfos y a uno de llegar a los 30 por primera vez en un lustro. Sin su primera ronda en el draft, nada que rascar por ahí, y con la necesidad de enseñar un proyecto de futuro saludable en el escaparate de la agencia libre, están dando zancadas que pueden ser muy importantes en el futuro. Al margen los dolores de crecimiento… y las lesiones. Muchos pequeños problemas en el peor momento, esta vez la lesión de Hart cuando estaba rompiendo el cascarón y la, más leve, de un Brandon Ingram sobre el que giraba buena parte de la excelente salud del equipo en las últimas semanas. Sin ellos no supieron frenar el aluvión de Lillard aunque jugaron bien, y salvaron la noche ante los Magic aunque jugaron mal durante muchos tramos.
Los Lakers, y cuenta aunque pueda parecer que no, son el mejor de los equipos que no están en el 50% de victorias y están por delante de todos los que no van a jugar playoffs en el Este. Insisto: de cara al futuro y al mercado, una cuestión de juego y de respetabilidad, cuenta. Esta vez empezaron mal, se recuperaron, volvieron a desinflarse, pegaron un hachazo que debería haber sido definitivo (106-97 a dos minutos del final) y se salvaron después de un 0-10 porque Brook Lopez sacó dos tiros libres en el último segundo y cuando ya parecía que se comía la última posesión. Luego vino el incomprensible asunto del reloj y el salto entre dos. Lopez, por cierto, jugó el partido más Brook Lopez que uno se pueda imaginar: 27 puntos… y 0 rebotes en 35 minutos.
Los Magic, una suma de piezas que cada día da una figura distinta, contaron con un buen Vucevic (en ataque: 24+12+6) y un partido excelente de Aaron Gordon (28+14), un jugador al que pagarías cantidades muy distintas en su próximo contrato según el día. Los Lakers, con las citadas bajas, exprimieron una rotación muy corta y que no contó con Randle en el último cuarto porque el ala-pívot (12+11) jugó, lo que pudo, enfermo. Kuzma estuvo muy bien (20+10), Isaiah racheado (13+9 asistencias) y con demasiada bola en los últimos ataque y Lonzo hizo de todo, como siempre pero fallando demasiado por fuera (4/13) salvo tres triples seguidos en el tercer cuarto. Acabó en 16+6+5 con 2 robos… y susto final. Como todo su equipo. Que, con todo, progresa adecuadamente. Este año sí.