Está bien documentado que muchos atletas profesionales norteamericanos, en concreto en la NFL, se arruinan al poco de retirarse, por los más diversos motivos que pueden resumirse en dos: ignorancia y un estilo de vida insostenible.
Hoy cuenta Deadspin la situación actual del que fuera gran estrella de la liga, sobre todo en su etapa en los Washington Redskins, Clinton Portis. El jugador era una bestia en el backfield pero también lo ha sido con la tarjeta de crédito.
El sistema de impuestos (IRS) estadounidense reclama a Portis unos 500.000 dólares en tasas atrasadas que no ha pagado. El MGM Grand Casino de Las Vegas le ha demandado por una deuda de 287.178 dólares. Se compró un Audi S5 por el que el vendedor le exige 157.920 dólares, es de sospechar que con intereses y otras compras incluidas en esa cifra. 512.000 dólares de una hipoteca en Miami, así como otros dos créditos hipotecarios de propiedades en Alabama.
Uno de estos últimos créditos impagados que el banco está a punto de ejecutar es el de la casa que Portis regaló a su madre en el año 2004.
El corredor ganó, en sus nueve años en la liga, más de 43 millones de dólares. Ahora, en plena bancarrota, no le queda nada para pagar lo que adeuda y los acreedores han recurrido a la justicia para ponerse a la cola y recoger las migajas que aún le queden. Migajas relativas, por supuesto, que hablamos de unas cifras que hay semanas que algunos no las ganamos.