¿En qué punto se encuentra su dimisión como presidente? ¿Se ha echado atrás?
—¿Por qué escriben los diarios alemanes que he retirado mi dimisión? Si nunca dije que iba a dimitir. Eso sólo son ilusiones de algunos. Por lo visto la gente no entendió mi discurso del 2 de junio. En esa importante rueda de prensa dije literalmente: “Voy a dimitir de mi cargo en un congreso electoral extraordinario, que seguramente sea en febrero de 2016”. Hasta esa elección seguiré ejerciendo mi cargo de presidente de la FIFA.
—¿Desde su punto de vista, quién sería un digno sucesor suyo?
—¡Oh! Mejor no asomarme demasiado a esa ventana. Eso sí, en cualquier caso hay muchos, pero muchos que se sienten destinados a ello.
—Maradona ha anunciado que presentará su candidatura a la presidencia.
—Un presidente de una de las federaciones más grandes de Europa dijo en mayo: “La presidencia de la FIFA no es ningún supermercado del que uno pueda hacerse cargo tan fácil”. En nuestra casa hacen falta cualidades de director. Cuando yo empecé como presidente, la FIFA tenía 20 millones de euros de deudas. Hoy facturamos algo más de 5.000.
—¿Entonces quiere permanecer como presidente más allá del congreso electoral en mayo de 2016?
—No. En estos momentos no es mi plan. Puedo aclararle por qué ofrecí renunciar a mi cargo. Esa frase fue como un golpe de liberación para la FIFA. También lo fue para mí y mis 450 colaboradores. Tuvimos que soportar una presión tan inmensa que algo tenía que pasar. Sólo yo podía hacerlo. Tras aquel 2 de junio, las ofensas fueron a menos. Así que aproveché esa presunta tranquilidad para poner orden y sentar la base de unas reformas que son necesarias.
—¿Qué importancia tiene el poder para usted?
—Poder viene de hacer (macht y machen en alemán). Un cargo no da poder. El poder está relacionado con el carácter de una persona. Mi poder en la FIFA lo creé a través del trabajo constante. Allí arriba, en la cima, uno está aislado. Siempre dependes de la buena intuición para tomar decisiones importantes. Poder también significa saber liderar. Yo lidero a mis colaboradores con humanidad y contacto personal. Ése es mi estilo.
—¿Hoy ya se ha marcado un baile?
—Por supuesto. Me levanto todos los días a las cinco y media, enciendo la radio y empiezo a bailar. También podría hacer ejercicios como Turnvater Jahn (pedagogo alemán del siglo XIX conocido como ‘el padre de la gimnasia’), pero prefiero moverme con ritmo. Cuando me levanto he de hacer algo. Como un gato cuando se levanta. Un cierto ritmo en la vida es sano. La música y el baile esclarecen la mente.
—Es una de las personas más odiadas a nivel mundial. Medio planeta pide su dimisión inmediata.
—Y la otra mitad está a mi favor. Las críticas más duras hacia mi persona vienen desde Alemania, Inglaterra y Suiza. Son los medios de primera línea los que quieren derrocarme. No las personas, ellas aman el fútbol.
—¿No le duele lo que se escribe sobre usted?
—Claro que me duele cómo se me está tratando. Por otro lado estoy acostumbrado a ello desde hace años. Cuando se reciben tantos palos llega un momento en el que duelen menos. Puede que esté bajo menos presión que otra gente de mi entorno cercano. Soy absolutamente consciente de que sí hay ciertas normas sobre el terreno de juego, pero no fuera.
—¿De dónde saca la fuerza y la motivación para seguir en el cargo a pesar de dichas hostilidades?
—Muy fácil: cuando veo imágenes de los Mundiales, la alegría y las lágrimas de los espectadores, me llega. Además, estoy convencido de que ha sido bueno para la evolución del fútbol todo lo que he hecho hasta ahora. Mi motivación es no rendirme. Me puse metas en la vida y las sacaré adelante. Da igual cómo. Estoy seguro de que el terremoto que acaba de caer sobre nosotros volverá a apaciguarse. Seguro que Alemania sigue siendo mala conmigo porque sigo aquí. Pero no es tan fácil.
—¿Sigue en contacto con Beckenbauer?
—Sí. Mi relación con Franz es de amigos. Siempre fue así.
—¿Y con el presidente de la federación alemana, Wolfgang Niersbach?
—Se ha enfriado un poco. Pero tengo buena relación con las autoridades políticas en Alemania, la canciller Merkel y el presidente de la república Gauck. Estén tranquilos. Estoy bien. Me está viendo sonreír. Mi buen humor es de corazón. Soporto la presión sobre mi persona. Lo que me desquicia es cuando atacan a la FIFA. Y este fue el caso ahora. No lo permito. Lucho por la FIFA si tiene que ser así.
—¿Tiene la conciencia limpia?
—Sí, claro que la tengo. Si no, no podría mirarle a los ojos durante esta pregunta. Bueno, cada persona tiene su pequeño jardín escondido en algún lado. Pero en mi caso no tiene nada que ver con el fútbol, se limita a mi vida privada.
—¿Qué responde cuando alguien le pregunta: “¿Señor Blatter, usted es corrupto?”
—Respondo: ¿entiende acaso la palabra que está usando? Quien me acuse de ser corrupto tiene que demostrarlo primero. Pero nadie puede, porque no lo soy.
—¿Ha llorado de decepción durante las últimas semanas?
—¿Por rabia? No. Cuando me enfado, como mucho puede pasar que le dé una patada a un armario. Ayer por la tarde sí se me llenaron los ojos de lágrimas cuando la gente en la celebración de nuestro museo FIFA me recibió con aplausos. Me llegó.
—¿La fe le ayuda en estos momentos tan duros?
—Sí, soy una persona creyente. También rezo (saca de su bolsillo una cruz dorada que le regaló su hija en 1983). Esta cruz la coloqué sobre la cruz del Papa Francisco. La bendijo. La llevo conmigo en momentos en los que necesito auspicio.
—¿Piensa que irá al cielo o al infierno?
—El infierno no existe. Ahí no estoy de acuerdo con el Papa.
—¿Entonces todos los humanos iremos al cielo?
—Hay graduaciones. No soy un santo. ¿Quién puede presumir de serlo? Pero estoy seguro de que estaré bien acompañado en el cielo. Al menos estoy convencido de que volveré a ver a mi madre. En mi tierra, Valais, suelo ir a la tumba de mis padres muy a menudo. Hablo con ellos y en la mayoría de los casos recibo un mensaje.
—A lo mejor también se encuentra con su amigo Udo Jürgens (músico alemán recién fallecido).
—Sería muy bonito. Hace nada murió otro amigo mío, James Last. Me gusta mucho la música de ambos, porque tiene ritmo y la letra transmite mensajes.
—¿Cuántas veces le ha dicho su esposa: “Joseph, deja eso de la FIFA y vamos a disfrutar de la vida?”
—Nadie me ha llamado Joseph jamás. Mi Linda me dice algo mucho más bonito, me llama Gigi. Yo le digo mi lady o mi dama de corazones. Linda es música para mí. Es una mujer preciosa e inteligente con mucho temperamento y corazón. Ella me muestra lo que es el amor. Linda es la primera mujer a mi lado que se entiende de maravilla con mi hija.
—¿Se considera buen padre?
—Hoy sí, antes no lo era. Ante todo soy un muy buen y generosísimo abuelo con mi nieta de 14 años. Pienso que la presión a la que estoy sometido es mucho más difícil de soportar para mis tres damas que para mí. Mi hija Corinne siempre me defiende. Ya se ha enfrentado con reporteros cuando estos escribían mentiras sobre mí. La gente de mi tierra también me protege. Se toman a pecho cada mala palabra sobre mí.
—¿Al menos entiende a alguno de sus críticos?
—Acepto críticas correctas y constructivas. También como herramienta para reflexionar y cambiar. Pero cuando se dice que Blatter es corrupto no me queda otra que menear la cabeza. Todos los que dicen eso sin pruebas deberían ser encerrados.
—¿Llegó a tener miedo, aunque sólo fuera por un segundo, de terminar en la cárcel?
—Nadie puede meterme en la cárcel por mi cargo de presidente de la FIFA. El gobierno de la FIFA no es elegido por mí. No puedo hacerme cargo de la responsabilidad moral de cada uno. No podría hacerlo ni con mi propia hija, es un ser independiente.
—¿Se arrepiente de algo en su vida?
—En mi vida privada sí, en el fútbol no.
—Cuando anunció querer dimitir de su cargo lo hizo en francés, pero normalmente habla en inglés en las ruedas de prensa. ¿Quiso mandar un mensaje?
—Me siento mejor y más seguro con el francés, es la lengua de mis pensamientos. Las palabras son más suaves. Cuando me pongo a contar lo hago en alemán, es como una expresión de corrección.
—¿Los últimos meses le han vuelto más duro o más emocional?
—No me puedo volver más blando emocionalmente. Ya lo soy. Soy piscis. Pero no cabe duda de que he cambiado en el trato con otras personas. Me acerco de manera más tibia a personas que no conozco. Antes era más confiado. Eso no es bueno. Porque el abuso de confianza vuelve como un bumerán. Antes estaba sometido a la envidia, hoy se ha vuelto odio.
—¿Nunca tuvo miedo de ser víctima de un atentado? De hecho ha recibido amenazas de muerte.
—No tengo miedo. Vivo solo. Mi Linda vive en Genf, yo en Zúrich. A Valais voy en tren. Ahí recargo las pilas.
—¿Puede entonces que de aquí a un año siga como presidente de la FIFA?
—No, creo que no. Ya encontraremos a un candidato elegible. Dejemos que el tiempo hable. En todo caso tengo planes para el futuro. A lo mejor llego a publicar mi biografía de una vez. El manuscrito ya está en mi cajón.