El Bayern Munich resurgió de la nada, del fracaso al que apuntaba desde día antes, para sostener, de repente, su hegemonía irreductible de la Bundesliga, campeón por trigésimo segunda ocasión y, sobre todo, por undécima temporada seguida, cuando lo percibía improbable, cuando nadie creía en la derrota o el empate del Borussia Dortmund, ni siquiera en su victoria en Colonia, cuando Jamal Musiala lo coronó de forma imprevisible al borde del final con un golazo cuando llevaba cinco minutos en el campo.
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