Argentina es uno de los países más grandes de Sudamérica, pero un episodio poco conocido de su historia cuenta que los del río de la Plata estuvieron a poco de convertirse en una nación bicontinental, pero por caprichos del destino esto no sucedió.
Comencemos por el inicio. El 9 de julio de 1816, ese día el Congreso de Tucumán declara la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. De acuerdo al principio de moda en el siglo XIX, el Uti Possidetis Iuris, la hoy Argentina intentó reclamar como suyos los territorios de Paraguay, el Alto Perú (Bolivia) y la provincia Oriental (Uruguay) como heredero legítimo del desaparecido Virreinato del mismo nombre.
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Sin embargo, bajo la administración de este Virreinato, se encontraba otro país ubicado a más 8 mil 200 kilómetros de distancia: se trata de la actual Guinea Ecuatorial en la costa occidental africana, desde 1778.
Sin embargo, la naciente Provincias Unidas del Río de la Plata no fueron capaces de retener a los territorios sudamericanos, por lo que la empresa de incorporar a su administración a la entonces Guinea Española resultaba una campaña poco más que imposible.
Guinea siguió en poder de la corona española hasta 1968, año en que declaró su independencia.
Desde entonces, Argentina se extendió hacia el sur, hacia la Patagonia y no retomó nunca más sus reclamos sobre los territorios arriba mencionados, mucho menos intentó anexar el país africano.