Desde la llegada de Guardiola al banco del Barça se han ganado 8 ligas de las últimas 11. Una barbaridad. Sin duda, el equipo más regular y fiable de la última década. Pero lo común se hace aburrido y lo que antes significaba terminar la temporada con un sobresaliente, ahora se ha normalizado. Ganar la Liga se ha convertido en una rutina y las rutinas carecen de valor. El equipo sabe que tarde o temprano ganará la Liga y prueba de ello es lo que ha sucedido este inicio de temporada y, en particular, este fin de semana. Con un Barça jugando a nada –porque no juega a nada- y con un partido menos, es puntero en la clasificación.
Afición, jugadores y directiva han dejado de valorar el título. Parece, por lo que se ve en el terreno de juego, que ir a según que campos les da pereza. Saben que andando saldrán campeones. Pero hay al menos dos problemas. Por un lado, que la falta de competitividad y activación en Liga pasa factura en Champions. Y por otro lado, que la columna vertebral de este equipo cada temporada es un año mayor, con lo que llegará el día en que solo su calidad ya no bastará. La gestión de la inercia ganadora de donde vienen empieza a no ser suficiente. Requieren algo más para volver a construir un equipo campeón de todo porque, para mí, el rumbo que ha agarrado el conjunto de Valverde me hace pensar que a día de hoy, el Barça no es favorito en Champions. Y tampoco lo sería en Liga si no fuese porque parece que no hay ningún equipo dispuesto a arrebatarle el trono.
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