Ni el aliancista más negativo imaginó en sus horas más oscuras que Universitario daría el golpe en Matute. ¿Cómo así el equipo de Compagnucci silenció un estadio pintado de blanquiazul? ¿Por qué Alianza no pudo concretar un solo gol y se mostró vulnerable? Te contamos por qué. Pase y lea.
Marco Quilca León: las bandas y el balón parado, dos armas letales
Después del duro golpe que significó la caída en el último clásico en el Monumental, en cada jugador de Universitario había sed de revancha. En el campo eran once guindas contra once blanquiazules, aunque estos últimos estaban respaldados por más de 30 mil personas que hicieron estallar Matute pero no lograron contagiar a su equipo. En cambio la ‘U’ solo necesitó esa venganza futbolística como combustible para jugar un clásico como se debe y ganar 2-0 en casa del compadre para arruinarle la fiesta.
Los cremas, irregulares en lo que va del torneo, solo necesitaban dos cosas para sobrevivir al infierno íntimo: garra e inteligencia. No una, no otra. Ambas. Y lo consiguió. Peleó cada pelota como si fuera la última y supo jugar con la presión que tenía el rival de ganar y que se convirtió en impaciencia.
Al final, los goles de Leonardo Rugel (54′), que había arrancado en el banco e ingresó ante la lesión tempranera de Federico Alonso, y Alexander Succar (80′, de penal), pusieron a los merengues por encima de los íntimos. Marchan quintos con 17 puntos, +14 en diferencia de gol y 10 partidos. Alianza, por su parte, está sexto con la misma cantidad de puntaje, pero menos diferencia (9) y 8 encuentros jugados.
Pero más allá de cómo esté la ‘U’ en la tabla de posiciones, los dirigidos por Carlos Compagnucci se cobraron su revancha y se dieron el lujo de darle un golpe certero al rival de toda la vida que ve cómo se escapan sus chances de seguir arriba en el Clausura. ¿Razones? Claro que las hay. Fueron 97 minutos casi perfectos de los cremas y a continuación lo repasamos.
Ganó el mediocampo. El clásico se definió en las áreas, pero se ganó en el mediocampo. Y ahí es donde Universitario salió victorioso. Jorge Murrugarra y Jordan Guivin taparon muy bien a Jairo Concha al punto de desaparecerlo. El volante blanquiazul no pudo reeditar su genial actuación del clásico pasado en el que metió un doblete.
Murrugarra y Guivin fueron el equilibrio de los visitantes. Taparon los huecos para que Alianza no logre conectar pases en el medio para atacar. Y eso obligaba a qué la defensa juegue largo, saltándose el mediocampo.
Fue la primera vez que Murrugarra jugó dos partidos seguidos. Había vuelto ante Ayacucho la fecha pasada y después de este clásico en el que fue una de las figuras silenciosas, probablemente no salga más del once titular.
Polo y Quintero, dos pesadillas por las bandas. El asedio de Alianza Lima en los primeros minutos hizo que Universitario apele al contragolpe, su mejor arma. Pero esto no hubiera servido si Andy Polo y Alberto Quintero no estaban en su tarde mágica. Los dos fueron una pesadilla para los laterales aliancistas.
De hecho, Gino Peruzzi vio la tarjeta amarilla tras una dura falta en contra de Polo. Incluso pudo irse expulsado por el planchazo. Y Ricardo Lagos fue amonestado por una entrada en contra de Quintero.
El panameño, además, fue de gran ayuda para Aldo Corzo a la hora de defender las subidas de Lagos y los embates de Lavandeira o Benavente. No solo creó peligro, también corrió hasta quedar a alambrado en el terreno de juego.
Balón parado. Sin chances claras, el balón parado fue el amigo de Universitario. A diferencia de Alianza que sacó nueve tiros de esquina y no anotó ni un gol, la ‘U’ aprovechó un tiro libre al segundo palo -jugada preparada en la semana- para que Leonardo Rugel anotara ante un error del portero Ángelo Campos. El arquero, minutos después, pidió disculpas a la hinchada, pero el marcador ya estaba 1-0 arriba.
Los cremas hicieron daño cada vez que tenían un balón parado. Y fabricaron 26 faltas para conseguir el objetivo. Ya con un tanto arriba y las cuatro tribunas ejerciendo presión, aprovecharon para hacer el segundo y sentenciar un clásico que se ganó en el mediocampo y se definió en el área con un tiro libre bien ejecutado, una jugada preparada. La ‘U’ no solo sobrevivió, salió victorioso.
Christian Cruz Valdivia: el precio de no tener gol
Lo que sufre Alianza en Matute. Lo ha vivido a lo largo del año y los últimos minutos solían salvarlo. Pero ante la ‘U’ se chocó con una realidad que esta vez salió a la luz: lo mucho que les cuesta meter un gol.
Alianza perdió el clásico porque no supo aprovechar esos minutos en los que parecía atropellar. Jugó en campo de la ‘U’, pero a Carvallo recién lo preocupó con dos contragolpes. Hoy, generar es algo que cuesta en el cuadro de Bustos.
Así, de qué vale tener a un ‘9′ como Barcos si no le llega ninguna limpia y cuando retrocede, hoy no hay quien ocupe ese hueco en el área. Alianza naufraga en mirar el horizonte, pero nadie encuentra ese pase en profundidad ni menos un explosivo por banda. Aldair impecable en lo táctico, pero le cuesta ese encarar al arco rival.
Y el otro drama blanquiazul es que, cuando apela a esa lucha del cuerpo a cuerpo, no suele ganar las segundas pelotas. El pivoteo de Barcos o Aldair queda en la defensa rival. No aparece Lavandeira ni Concha para generar esa supremacía en hombres para resolver la jugada.
Los íntimos remataron 16 veces, pero solo 4 fueron al arco. Nueve córners y la pelota parada ya no es un arma de los victorianos. Peligro real, solo las dos de Benavente. Ni el ingreso de Farfán significó una razón para preocupar a la defensa crema.
Y la razón de esa falta de creación es el bajo rendimiento que viene teniendo Jairo Concha. El volante parece peleado con la ideas. Piensa mucho, resuelve poco. Tuvo un 70% de efectividad en el pase, pero solo 2 de los 30 acertados son considerados como pases peligrosos según el portal Sofascore. Con un esquema en los que ve muy lejos a Aldair y Benavente, y con Lavandeira peleado con el balón, la generación íntima no aparece y arriba tampoco se resuelve. De nada vale tener un 55% de posesión si en el área rival se juega poco.
Y si un clásico es de nervios, cuando Christian Ramos toma el balón, estos síntomas se multiplican. Lento, impreciso y hasta dubitativo, hoy es un pata coja en la defensa donde Vílchez parece ser el bombero.
Y más si Ramos suele ser ese pase de salida. Cuando las líneas se adelantan, el zaguero es el llamado a dar el paso adelante, pero resuelve mal. El pase sin sorpresa o el pelotazo al aire. Ante la ‘U’ sufrió cada embate de Andy Polo y de Quintero. Fue drama para todo Alianza.
Derrota en el clásico y le tocará levantar cabeza a los íntimos. Ya los números no dan para considerar en el pelotón que lucha el Clausura. Hoy, todo parece cuesta arriba.