Ricardo Gareca, Gregorio Pérez y Jorge Fossati forman parte de este grupo de técnicos que enseñan con el ejemplo y dignifican la profesión. Cada uno en su momento, desde su tribuna, desde su institución y siempre con el profesionalismo por delante, dejaron huella en la memoria de los futbolistas y también en el hincha peruano, que está poco acostumbrado a ver esta clase de entrenadores en nuestro fútbol. Pero sucede y es importante resaltarlo con marcador, porque todo lo bueno debe copiarse y cuidarse en la medida posible. Pasó con el ‘Tigre’ en la selección peruana, también con el ‘Goyo’ en Universitario y ahora con el ‘Flaco’ en el conjunto crema. ¿Por qué?
Gareca y su paternalismo
Luego de disputar unas Eliminatorias a Brasil 2014 para el olvido, Ricardo Gareca hizo su aparición con el fin de comandar a la bicolor hacia Rusia 2018, un proceso que no despertaba ilusión en el hincha. Su rostro no era extraño, ya que anteriormente había dirigido a la ‘U’; pero su inexperiencia al mando de selecciones hizo dudar a muchos de su capacidad como DT. El argentino estuvo delante de las cámaras aquel marzo del 2015 en la Videna y una de sus frases más recordadas fue la siguiente: “Creo en el jugador peruano, por eso estoy aquí”. Aquel enunciado fue el inicio del cambio, uno que hoy vemos con agradecimiento y rememoramos con nostalgia. Porque Gareca llegó para convencernos de era posible volver al Mundial y de que era también posible competir con todo el continente.
Lo que hizo el ‘Tigre’ no pudo hacerlo un mago, fue el artífice de la clasificación y el causante de la mejor época de la bicolor en los últimos años. Era visto como un líder positivo, con vocación por enseñar con el ejemplo y cuya voz era escuchada hasta por las autoridades más importantes de nuestro país. Su fe en las cábalas lo hizo todo un personaje; pero su paternalismo lo pintó de cuerpo entero. Gareca tenía a sus jugadores preferidos y ya lo había demostrado cuando dirigió a la ‘U’. “Recuerdo su forma de ser, su personalidad, la afinidad que había entre nosotros. Pasamos tantas cosas. Yo era su hijo. El ‘Tigre’ es mi viejo”, contó Donny Neyra, exfutbolista crema, en el programa ‘En el Barrio’.
Y después de Neyra llegó Cueva, quien puede dar fe de todo lo bueno que dejó Gareca en su paso por nuestro país. El DT le dio la confianza, lo respaldó y hasta puso el pecho por él. Lo cuidó, lo blindó y se comió las críticas hacia el jugador, quien era resistido por un sector de la prensa. “Apenas lo vimos, técnicamente, nos gustó. Físicamente, era muy bueno, y después era convencerlo de que estaba al nivel de cualquier jugador sudamericano”, contó el ‘Tigre’ sobre ‘Cuevita’. El tiempo le dio la razón, porque ‘Aladino’ se convirtió en un elemento clave para llegar a Rusia 2018 y disputar el repechaje hacia Qatar 2022. Dejó escuela y es necesario asistir a clases para mantenerla.
‘Goyo’ y el arte del respeto
Cuando lo venían caminar por Campo Mar, Gregorio Pérez iluminaba los pasillos con su luz. Su presencia irradiaba el interior de un club sumido en el caos administrativo en 2020, donde la pugna por el poder parecía el pan de cada día. ‘Goyo’ era lo bueno dentro de todo lo malo. Tuvo una estancia corta; pero intensa, suficiente como para dejar un legado que perdure en el tiempo. El técnico uruguayo no solo enaltecía al club en la victoria, también lo hacía en la derrota, cuando el resultado era adverso y las excusas trataban de tapar el sol con un dedo. Técnico de profesión y docente por vocación. Fue un guía que marcó a la ‘U’, ofreciendo un mismo discurso desde el respeto.
Pérez fue la prueba de que las cosas se pueden hacer mejor incluso en un club tan convulsionado como Universitario. Educó con su ejemplo y generó admiración en quienes lo escuchábamos hablar antes y después de cada partido. Si bien tuvo dos etapas en Ate, nunca pudo realmente pelear la posibilidad de ganar un título nacional. Primero fue el coronavirus y luego el corazón; pero ‘Goyo’ hizo en poco tiempo lo que muchos intentaron y no pudieron. Demostró que es posible cultivar valores y que estos contagien al hincha crema en general. Con perfil bajo, silencioso y ecuánime, don Gregorio trató de trascender a su manera: que en el fútbol, como en la vida, te va mejor si eres buena persona.
“En toda mi carrera traté de estar siempre cerca del ser humano, no sOlo del jugador de fútbol. Nuestra preocupación se da en el día a día siempre tratando de acompañar a los chicos, más aún con el mundo que vivimos hoy en día tan complicado, lógico sin interferir en su intimidad. En el momento de trabajar cada uno asume su lugar y responsabilidad. El jugador sabe que más allá de la relación humana, el que se saca o pone en la lista, son ellos con su rendimiento”, manifestó en una entrevista tras su paso por la ‘U’.
El ‘Flaco’ y su mística
Desde que Jorge Fossati llegó a Universitario, el club experimentó un giro de 180 grados que hoy le permite figurar como uno de los candidatos a ganar el Apertura. Diez partidos invictos, sublíder en el torneo local y líder de su grupo en la Copa Sudamericana, lo que se vive en tienda crema no lo hubiese imaginado ni el más optimista de sus hinchas. Llámese magia, milagro o como deseen, la realidad es que la ‘U’ vive una etapa diferente y tiene a un solo culpable: el ‘Flaco’ de Ate. Fossati llegó para cambiarlo todo, cogió un equipo que él no armó y convenció a cada jugador desde lo mental. Los motivó, los potenció, los hizo mejores. Todo en poco tiempo y teniendo a su ampliar experiencia como garantía de éxito.
Fossati hizo también la función de un administrador eficiente, que con pocos recursos ya hizo mucho. Diseñó una línea de tres, jugó con dos laterales que hoy parecen aviones y sacó lo mejor de un Piero Quispe opacado por la terquedad del anterior entrenador. Y no solo eso, también le devolvió esa mística que la ‘U’ había perdido, tal cual lo señala Jean Ferrari. Les hizo recordar que insistir y pelear hasta el final tienen su recompensa. Que la garra crema supera al rival y las propias limitaciones, y esa misma garra es lo que el equipo necesita para autoconvencerse de lo que puede lograr.
Pero eso no es todo, porque Fossati -al igual que ‘Goyo’- también hizo del respeto su mejor discurso. Es humilde en las victorias y sencillo en las derrotas. Muestra una única faceta acorde a su calmada personalidad. Es un hombre de fe que predica con el ejemplo. Un docente en la piel de entrenador, un acto de decencia ante la salvajada llamada fútbol peruano. El ‘Flaco’ le hace bien a nuestro balompié y es una muestra más de que es posible hacer las cosas bien si así se lo proponen.
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