MIRA: Paolo Guerrero: el día en que Trujillo fue una ciudad inolvidable que lo marcó en su niñez | CRÓNICA
El proyecto fracasó estrepitosamente. De los tres hermanos Maradona, Lalo era el más negado con el balón. Su trayectoria profesional estaba repleta de clubes de segundo y tercer orden y cuando se puso la franja demostró, salvo algunos chispazos, que era un jugador normalito, de muy bajitas luces. Su paso por el Perú terminó abruptamente, entre peleas con los directivos y policías acudiendo al lugar donde entrenaba Muni para dejar constancia de que no lo dejaban entrar.
Quizá lo que más se acerca a lo que está viviendo la César Vallejo sea el fichaje de Nolberto Solano por Universitario en el 2009. A pesar del apagón que arruinó su presentación en la Noche Crema, su arribo a Ate fue, antes que nada, una gran operación de márketing. Ñol jugaba los descuentos de su carrera, pero su nombre aún generaba una enorme atención. Esa temporada volaron las camisetas con el número 24 y los pedacitos del talento que le quedaban alcanzaron para que el equipo de Juan Reynoso se llevara la estrella 25 luego de encarnizadas batallas con Alianza Lima.
El andar de la Vallejo en el Apertura ha sido a los tumbos. Necesita un 9, pero también centrales más despiertos y un habilidoso que compita con Vélez. Paolo le va a dar jerarquía al ataque, probablemente le vendrá bien la poca intensidad con la que suele jugarse acá y sacará ventaja por su experiencia. Sin embargo, a primera vista su concurso no basta para convertir al cuadro de Mosquera en candidato ni para la Liga 1 ni muchos menos para la Sudamericana.
He escuchado y leído a muchos colegas preguntarse cómo recuperará la UCV la millonaria inversión que ha asegurado para tener a Paolo. No se explican cómo financiará su sueldo, su vivienda, sus viajes a Brasil, la seguridad especial que -ha trascendido- tendrán él como su familia en Lima. Una fotografía difundida el jueves por el área de prensa de la UCV es la mejor respuesta a estas inquietudes: en ella se ve a Paolo rodeado por César y Richard Acuña.
Amigos, los Acuña son políticos. Llevan años manejando los destinos de La Libertad y muchas zonas del país porque, nos guste o no, Alianza para el Progreso es un partido con una organización efectiva. Uno de sus miembros, Alejandro Soto, es el actual presidente del Congreso. Y sus relaciones con el Gobierno son muy estrechas. Poseen, además, abundantes recursos provenientes del negocio universitario y capacidad para generar recursos con sponsors que permitan financiar la presencia de una estrella de la dimensión de Guerrero.
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Hay otro aspecto clave detrás de esta contratación: los Acuña arrastran un grave problema de imagen relacionado con la calidad de sus centros estudios, así como errores -y horrores- personales y políticos sobre los cuales no vale la pena abundar en este rincón. A los 71 años, el patriarca César aún puede intentar una nueva aventura presidencial y Richard, que ha ya sido congresista, no solo apunta a ser su heredero: desde hace algunos años se comenta que tendría deseos de convertirse en presidente de la Federación Peruana de Fútbol.
Los miles –¿o millones?- de dólares que invertirán en Guerrero están justificados de sobra. La Vallejo no es solo fútbol, no lo olviden.
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