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Sabogal no sabía -o quizá sí-, pero apenas unas semanas después de aquella charla dejaría su cargo en el club. Aunque sus palabras aún son recordadas por el hincha, sobre todo por el fracaso que ha significado este 2024 para un club acostumbrado a pelear el título nacional (desde 2017 suma tres títulos y cinco finales) que hoy solo se conforma con ser Perú 4 para la próxima Copa Libertadores. Es decir, empezará el torneo continental desde la fase 1, con las consecuencias económicas que eso trae: recibirá 400 mil dólares por parte de Conmebol y ya no los tres millones que obtienen los que van directamente a la fase de grupos (la ‘U’ y Cristal, por ejemplo).
Entonces las preguntas que se hace el hincha en estos días de rotunda tristeza son: ¿Qué se hizo mal en Alianza Lima para derrumbar el castillo construido con un bicampeonato? ¿Por qué fracasó el proyecto deportivo encabezado por el asesor externo Néstor Bonillo -hoy asistente de Ricardo Gareca en la selección chilena- y Bruno Marioni, quien no continuaría como gerente deportivo? ¿La salida del inexperto Marioni es la solución a todos los problemas? ¿Cómo afrontar el 2025 con lo que sería un presupuesto limitado? Veamos.
Un 2024 lleno de errores
El 5 de enero de este año, en la sala de conferencias del estadio Alejandro Villanueva, Bruno Marioni, entonces flamante director deportivo, se presentó para dar a conocer el ambicioso proyecto deportivo para la temporada. Apoyado con una presentación en PPT, el argentino expuso todo acerca de la reestructuración deportiva que iba a sufrir Alianza Lima.
Aquel día, Marioni cometió el primer error, quizá por su inexperiencia en el puesto: sentenciar. “Dentro de la reestructuración decidimos traer un perfil de futbolistas, y dentro de esa estructura no están Paolo Guerrero ni Carlos Zambrano”. El tiempo le enseñó al argentino que en el fútbol no se puede dar por hecho algo, no de esa manera. Zambrano, que en esos días entrenaba separado del primer equipo, terminó volviendo y siendo figura y capitán del equipo en el año. Y Paolo fue contratado para el Clausura anotando los mismos goles (4) que Pablo Sabbag, el que se suponía iba a ser el ‘9′ titular.
La reestructuración estuvo a cargo de Néstor Bonillo, quien era el asesor externo. El preparador físico elaboró un organigrama en el que, según fuentes de este Diario, se crearon puestos para más de 30 personas. Cuando se fue a la selección chilena siguiendo a Ricardo Gareca, todo pasó a manos de Bruno Marioni y Federico Flores, el secretario técnico que trabajó junto a tres scouts.
Marioni señaló, en esa conferencia, que el objetivo de la reestructuración era renovar el plantel y mejorar el estándar físico. Y a lo largo del año se hizo. El club íntimo contrató 17 jugadores en la temporada, de los cuales cinco fueron extranjeros.
Sin embargo, de todos ellos, son contados los que realmente rindieron. De los cinco refuerzos extranjeros, solo Juan Pablo Freytes tuvo un rendimiento aceptable y terminó renovando su contrato hasta 2027. Después, el panameño Jiovany Ramos, quien llegaba procedente de Deportivo Táchira de Venezuela, empezó como stopper por derecha, pero perdió el puesto antes de lesionarse. Lo mismo ocurrió con su compatriota Cecilio Waterman. El delantero apenas marcó cinco goles y dio una asistencia en 19 partidos. Sufrió tres lesiones en el año, la última de ellas (fractura del hombro) lo dejó fuera desde julio.
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