No era profe, 'Maño' ni se le hablaba a los gritos: Aníbal Ruiz era don Aníbal Ruiz. Era el pro-fe-sor Aníbal Ruiz. Y aunque le sobraba currículo -había dirigido en 5 países-, y le desbordaba experiencia, el trato de usted se debía, básicamente, al trato de usted que él mismo tenía. En una época en la que todo es rápido, todo parece fácil, nadie se detiene, Aníbal Ruiz era un entrenador de fútbol que llegaba al Perú para cumplir una faceta noble pero poco admirada. Que no gana portadas. Que nadie sigue. El profesor había venido a enseñar.
Como jugador cumplió con el sueño de emigrar de su Uruguay -llegó a Chiclayo para jugar en Tumán- y como entrenador pisó el hall de la fama: dirigió un mundial. Cuando llegó al Perú para dirigir a la San Martín la noticia no era quién vino -pregunta incómoda- sino para qué. ¿Por qué un técnico que apenas 5 años antes había sido elegido el mejor de América aterrizaba en el fútbol sin mundiales ni estrellas? El periodista Mario Fernández, su amigo, le hizo esta pregunta en Santa Anita y él, en menos de un minuto, describió al enemigo invisible con el que los peruanos peleamos y nunca vemos. Fui testigo y alumno:
-Yo creo en sus futbolistas, Mario. Ustedes no creen. Y si vieras cómo creen en ustedes afuera, te sorprenderías.
Aníbal Ruiz salió campeón en diciembre del 2010 en un equipo que no tiene hinchas pero que ese año se ganó respeto nacional. Era un plantel perfecto para el medio: por un lado jugadores como Butrón o Pedrito García, por otro muchachos como Cueva o Farro. Y en el medio cracks como Alemanno o Vitti. De hecho, fue con Maño que el delantero de Sao Paulo completó 40 partidos y fue absolutamente titular. Y fue el primero que, ante el acoso, quiso cancelar el diminutivo para siempre: "Ya no le digan Cuevita". ¿Su San Martín? Era ofensivo e inteligente: fue el equipo más goleador y el menos vencido, tras la 'U'. Hizo 92 puntos y aunque ganó el título, el verdadero premio fue la final en un estadio Monumental lleno aplaudiéndolo a su equipo, es decir, a él.
Ahora que se fue, a los 74 años, precisamente en una cancha de fútbol en México, basta una pregunta: ¿Cuántas veces futbolistas, periodistas, hinchas, nos detenemos a escuchar? ¿Es el medio peruano -donde está todo por hacer- un sitio que puede darse ese lujo? Escuchar. No a los mayores; a los señores. No a cualquiera: a los que te dan una clase breve. Vino Maño Ruiz al Perú. Se fue Maño Ruiz. No son pocos los que tuvimos esa suerte.