¿Cómo se obra un milagro? En Perú, primero, tiene que ser octubre y, luego, hay que abrazar con una fe inquebrantable a un equipo que nos hace llorar en la misma medida ya sea de alegría o tristeza. Se llama selección peruana, bien podría llamarse “Amor a prueba de balas”.
Así se obra un milagro. Minuto 88 y en Lima la humedad hace que el frío se sienta más frío. El balón queda suelto por enésima vez en el partido. Uruguay se repliega dentro de su área con todas las fuerzas que le quedan. El ‘León’ Zambrano mira que Quispe está solo en la banda derecha y lanza un pelotazo. Todo el Perú espera el centro. Costa, sierra y selva. Fossati aprieta el crucifijo que le cuelga del cuello. Corzo se pone de pie en el banco de suplentes. Piero, entonces, luce el botín derecho, toma aire y tira el centro más hermoso de su carrera. En el corazón del área aparece Miguel Araujo como un tren y cabecea. Empujamos todos. El taxista que escucha el partido en la radio. El vendedor ambulante que sigue caminando a estas horas de la noche. La señora de la bodega que sigue atendiendo y que se abraza al televisor para celebrar el gol más gritado del 2024. Todos.
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Perú tenía una herida abierta en estas Eliminatorias. Ayer le puso tres puntos para comenzar a curarla. No estamos muertos, aún no. La bicolor se sacó el respirador artificial y consiguió una victoria valiosísima contra un Uruguay desconocido y abatido por el ímpetu peruano.
Les ganamos a la uruguaya. Guapeando, metiendo la pierna fuerte y dejando el alma. La Blanquirroja salió del fondo de la tabla de posiciones con 6 puntos. Al fondo se quedó Chile con Gareca (5). Nos vemos en noviembre, ‘Tigre’.
—Altos y bajos—
Como nos ha pasado en toda la Eliminatoria, al primer tiempo le faltó el gol de Perú. Esa sensación de vacío pudo llenarse si Alex Valera se sacaba de encima a Santiago Bueno y quedaba mano a mano frente al arco, o si Edison Flores no se resbalaba cuando el arquero Sergio Rochet dejó un rebote tras disparo de Sergio Peña. A la selección peruana, hace mucho, no lo acompaña ni la suerte.
Las apuestas de Jorge Fossati no se acoplaron. Oliver Sonne corrió desubicado los primeros 25 minutos del partido. Alexander Callens, en el puesto de carrilero por izquierda, ni se proyectaba ni defendía. Perú tuvo minutos tan discretos que lo más resaltante pasaba cuando Peña y Jesús Castillo se asociaban, pero no llegaban con real peligro al arco contrario.
Lo mejor de Perú vino a partir del desorden de Uruguay, que solo tocó las puertas de Gallese con tiros libres y nunca pudo superar la línea defensiva de Zambrano, Araujo y Abram. Los de Bielsa no mostraron su mejor versión, y Perú aprovechó sin poder llevarlo al resultado.
—Recambios claves—
Con las apuestas sin conseguir encaminar el partido, Fossati mandó a Quispe, Reyna y Archimbaud para un nuevo respiro en el equipo.
Con Uruguay sin reaccionar, a Perú le tocó dar la estocada final. Fue, otra vez, por medio de un defensor. Araujo se puso la capa de héroe y el Nacional explotó de algarabía.
Siempre es curativo ganar. Siempre es sanador pelear hasta el último suspiro. Ahora, toca viajar a Brasil para enfrentar a un gigante que andaba tomando la siesta y se ha despertado. Tocará obrar otro milagro en octubre.