Por Denis Dau Karam
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en su declaración del martes pasado, expresó que “el Mundial 2018 no está en riesgo”. Sin embargo, tal testimonio no va acorde con la realidad del país anfitrión, Rusia, que frontalmente ha demostrado su apoyo a Siria, nación que este mes ha recibido bombardeos en conjunto de parte de Estados Unidos, Francia y del Reino Unido, lo que preocupa no solo al mundo del balompié, sino a todos los seres humanos.
Esa preocupación es por demás compartida por todos los países que han clasificado a esta justa ecuménica. Consideramos que de seguir este conflicto bélico, lo más oportuno y saludable para el deporte, y en especial para el fútbol, sería que el campeonato mundial se suspendiera.
Leemos a diario informaciones en la prensa y miramos a través del canal alemán DW en español noticias que incomodan a la comunidad mundial. Anhelamos que tal conflicto tenga su pronta solución, pero como van las cosas, tanto Estados Unidos como Rusia necesitarán dar un buen lapso de tiempo para volver a la armonía, lo que hasta el instante es impredecible.
Nadie y menos aún los hinchas desean que el Mundial se suspenda; es de aplaudir el optimismo de la FIFA para su realización, pero qué persona desearía que un familiar suyo sea protagonista de esta lid cuando, Dios no quiera, se acerquen momentos más tensos del conflicto.
El certamen está programado del 14 de junio al 15 de julio. Estamos a solo 54 días de su espléndida inauguración y primeros partidos, por lo que nos preguntamos: ¿A tan poco tiempo podrá darse una solución definitiva al conflicto? Rogamos que sí, pero la realidad pudiera ser distinta.
No se trata de un dilema, pero si dentro de los próximos 20 días la situación sigue oscura, qué mejor sería que el Mundial se aplazara, para disputarse en la misma Rusia u otro país, y con las mismas selecciones ya clasificadas.
“El fútbol es sinónimo de paz y mientras esté ausente, el balón no debería rodar…”. (O)