El mundo del tenis recuerda el 30 de abril un acontecimiento que lo marcó para siempre. Un día como este lunes, pero hace 25 años, Monica Seles vivía dentro de una cancha el peor momento de su vida: era acuchillada en pleno partido por un fanático admirador de la alemana Steffi Graf, rival por entonces de la tenista serbia.
El hecho ocurrió durante el choque de cuartos de final del Abierto de Alemania. Jugaban Seles, quien llevaba 178 semanas como número uno del mundo, y la búlgara Madgalena Maleeva. Estaban 6-4 y 4-3 a favor de quien dominaba en el circuito por entonces, con un descanso entre game y game. Hasta que Günter Parch cambió el escenario.
Monica Seles es retirada en camilla. (Reuter)
Este alemán, de 38 años, se acercó hasta el banco en el que estaba Seles y la apuñaló por la espalda. La tenista se levantó de su asiento, se tocó el hombro y tras dar un par de pasos se desplomó en el suelo. Los miembros de seguridad redujeron al atacante, mientras la serbia era atendida sobre el polvo de ladrillo.
La sacó barata, según el parte médico. El cuchillo apenas penetró unos tres centímetros y no tocó más que músculos. Se salvaron sus pulmones y el omóplato. Cinco centímetros más la habrían dejado paralítica. Pero la herida que le generó fue más psicológica y emocional que física.
Se anunció por entonces que Seles estaría tres meses afuera del circuito. Finalmente fueron más de dos años hasta que pudo regresar. Pero ya nada sería como antes.
Previo al ataque, la joven de apenas 20 años, número uno desde los 17, ya había ganado ocho Grand Slam. Se había convertido en la gran amenaza de Graf, quien hasta su llegada dominaba a su gusto en el tenis femenino, con la oposición algo irregular de Gabriela Sabatini.
La tapa de la revista Sports Illustrated.
Tras el regreso ganaría 21 títulos más, entre ellos el Abierto de Australia 1996. Siempre lidiando con problemas de sobrepeso, producto de ataques de ansiedad y depresión, que comenzó a tener tras el fatídico día.
“Las papas fritas eran mi perdición, después de ser una campeona de tenis me convertí en una campeona de comer papas. La comida era mi única terapia”, dijo alguna vez.
Monica Seles en 2002, en el cierre de su carrera. (AFP)
“Yo había crecido en la cancha de tenis. Allí es donde me sentía más segura, más a salvo, y aquel día en Hamburgo todo me fue arrebatado. Mi inocencia, mi número 1, mis ingresos, mis patrocinios. Todo se canceló. Y la única persona que podía hacerme sentir mejor, que entendería lo que eso significaba para mí, era mi padre”, añadió. Karolj Seles, papá de Monica y quien la había apoyado desde niña, pasaba sus días por entonces internado en un hospital por un cáncer incurable de estómago.
Monica Seles, con 16 años, y Gabriela Sabatini, con 20, en un partido en Buenos Aires, en 1990. (AP)
Muy curioso fue que para la WTA y para sus principales competidoras el hecho no pareció haber pesado demasiado. Ese torneo continuó como si nada hubiese pasado.
En la final, la española Arantxa Sánchez derrotó a Graf. Para peor, se hizo una votación entre sus compañeras para decidir si se le congelaba el ranking durante el tiempo de inactividad y se impuso la negativa. La única que se abstuvo de votar fue la argentina Gabriela Sabatini.
Gabriela Sabatini y Monica Seles, en una exhibición en el Madison Square Garden, en 2015.
“Lo evalué desde el punto de vista humano. Me asusté mucho cuando le pasó eso a Mónica, porque cualquiera de nosotras podía haber estado en ese lugar. Fue un shock bastante importante y lo sentí desde el lado humano y personal, por eso tomé esa decisión. Dentro de la cancha somos jugadoras, pero fuera somos personas”, dijo Gaby en una entrevista con el diario El País de España.
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Martina Navratilova, una de las mejores tenistas de la historia, no dudó en medir lo que habría sido Seles si no hubiese sufrido ese ataque: “Hoy estaríamos hablando de Monica como la tenista con más títulos de la historia por delante de Margaret Court (con 24 Grand Slams). Steffi tiene 22, pero es que no tenía a nadie contra quien jugar. Günther Parche cambió el curso de la historia del tenis, sin duda alguna”.
Günter Parche, el agresor de Seles, es reducido por la seguridad del torneo.
En la actualidad, Parche vive en un asilo psiquiátrico en Turingia, Alemania, al que fue confinado tras el incidente. Aunque en su momento se creyó que había sido un ataque con motivos políticos, en medio de la guerra en Yugoslavia, se supo que todo fue porque el atacante no podía ver cómo Seles le quitaba el protagonismo y los títulos a Graf.
Seles finalmente dejó de jugar en 2003, a los 29 años, tras una lesión en uno de sus pies, producto del sobrepeso. Pese a eso, anunció recién su retiro de manera oficial unos cinco años después.