Hace casi tres años, durante los Juegos Olímpicos de Tokio, todas las miradas de los medios mexicanos en el trampolín de tres metros estaban centradas en Rommel Pacheco, quien ya había anunciado que esa sería su última competencia; al mismo tiempo, y casi de manera inadvertida, otro clavadista nacional vivía una jornada igual simbólica al debutar en la máxima justa deportiva. Su nombre era Osmar Olvera.
A sus 17 años, el tapatío se presentaba en Tokio como el integrante más joven de la delegación mexicana con nulos reflectores, además su propia inexperiencia provocó que no pudiera avanzar más allá de las semifinales. Sin embargo, ese fue el primer paso de una preparación que hoy lo tiene como la principal esperanza de medalla en París 2024, luego de las dos medallas que ha conquistado en el trampolín durante el Campeonato Mundial que se está desarrollando en Doha, Qatar, y que lo han convertido en la figura del equipo de clavados.
El crecimiento
La posibilidad de ir a sus primeros Juegos Olímpicos tan joven, le permitió a Osmar Olvera ganar experiencia y ver en qué tenía que trabajar de cara a París 2024. Hace tres años en Tokio cumplió con una buena ronda preliminar, en la que quedó noveno para avanzar a las semifinales, pero fue en esta instancia donde los errores se hicieron latentes y de un buen comienzo (llegó a estar en quinto sitio) se cayó hasta el 17 y terminó en el 14, a dos sitios de meterse a final del trampolín de tres metros.
El aprendizaje lo asimiló de la mejor manera; si durante su paso por las competencias juveniles ya había dado muestras de su talento, ahora el objetivo era mostrar esa misma fortaleza en el ciclo olímpico actual. Luego de la pausa que el equipo de clavados tomó en 2022, vino el Campeonato Mundial de Fukuoka en 2023 para medir su crecimiento, y ahí fue donde su nombre cobró relevancia.
En el trampolín de un metro -prueba que no es olímpica- ganó medalla de plata, superado solamente por el chino Peng Jianfeng; lo mejor vino días después cuando ganó otra plata, pero ahora en el trampolín de tres metros, al quedar por detrás de Wang Zongyuan, campeón olímpico y mundial. Además, este logro le valió que el Comité de Estabilización le diera de manera directa la plaza a los Juegos Olímpicos, sin necesidad de ir al selectivo, al tiempo que también obtuvo la de trampolín en sincronizados.
Meses después ratificó su buen momento en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile al colgarse tres medallas de oro en los eventos en los que participó: trampolín de un metro, trampolín de tres metros individual y sincronizado.
Ahora, en el Campeonato de Doha de nuevo ha demostrado su jerarquía con un oro en el trampolín de un metro y un bronce en el de tres, solo superado por los clavadistas chinos, quienes serán sus rivales directos en París 2024.
La mejor disciplina
De manera histórica, los clavados son la disciplina deportiva más importante que ha tenido México en los Juegos Olímpicos. De las 73 medallas que ha ganado el país en las 22 ediciones en las que ha participado, 15 han venido desde la fosa de clavados: una de oro, siete de plata y siete de bronce. Superando por dos preseas al boxeo, que ha aportado 13; por cuatro a las distintas disciplinas del atletismo, que tienen 11; y más rezagados vienen el taekwondo y los ecuestres con siete medallas cada uno para el palmarés mexicano.
De estas 15 medallas, siete se han ganado en los últimas seis ediciones, con presencia en el podio en Sídney 2000 (plata de Fernando Platas), Pekín 2008 (bronce de Paola Espinosa y Tatiana Ortiz), Londres 2012 (las platas de Paola Espinosa y Alejandra Orozco, Germán Sánchez e Iván García, y el bronce de Laura Sánchez), Río de Janeiro 2016 (plata de Germán Sánchez) y Tokio 2020 (bronce de Ale Orozco y Gaby Agúndez).
Hoy, pese a la falta de apoyo de la Conade, que desde 2023 tiene congeladas las becas ordinarias, el equipo de clavados se apunta para ser protagonista de nueva cuenta en los Juegos Olímpicos, con Osmar Olvera a la cabeza.
RGS