Don Enrique Corcuera solo quería que la pelota de tenis no cayera en la maleza que rodeaba la cancha que había mandado a construir en los terrenos de su casa, en Las Brisas, Acapulco (Guerrero). Sin querer, ese deseo desencadenó una serie de improvisaciones que dieron forma a un nuevo deporte: el pádel.
Sí, el juego que hoy vive un auge importante tuvo su origen en México en 1969. Ahí, en esa mal ajustada cancha de tenis que don Enrique Corcuera mandó a hacer y que quedó como la medida reglamentaria (20x10 metros); y, sobre todo, con esas paredes de tres metros de altura que puso a manera de cerca para que la pelota no cayera entre las plantas.
De entrada, quiso jugar tenis, pero se dio cuenta que en esa cancha cercada ya no era posible, así que empezó a imponer sus propias reglas: la pelota podía rebotar en la pared y seguir en juego, la raqueta de tenis no era lo suficientemente resistente, así que se necesitaría mejor una pala, y esta nueva actividad era mejor en pareja.
Juego de exportación
En sus primeros años, el pádel solo fue una actividad de recreación para Enrique Corcuera, su familia y sus amigos, a quienes invitaba seguido a jugar en su cancha; sin embargo, la popularidad se fue expandiendo entre sus vecinos, quienes empezaron a construir sus propias canchas.
Incluso, las grandes amistades que tenía Corcuera al ser un empresario prominente lo ayudaron a difundir su nuevo deporte. Se dice que el príncipe Alfonso de Hohenlohe-Langenburg de España fue uno de los asiduos visitantes a la casa de Acapulco, y fue tal su fascinación por el pádel que después lo retomó como una actividad en su hotel de Marbella, y ahí se popularizó en el país ibérico, que hoy es el territorio con más practicantes al tener a poco más de ocho millones.
Y el otro país que también quedó encandilado con esta creación mexicana fue Argentina, y ahí tuvo que ver la esposa de Enrique Corcuera, Viviana, quien era de esa nación y se encargó de difundirla a través de familiares y amistades.
Y esas cosas irónicas de la vida, en México nunca tuvo el boom que se vivió en España y Argentina, sí, un deporte internacional que fue producto del deseo de un mexicano por no tener que ir a buscar su pelota de tenis entre la maleza.
DAO