El equipo masculino de Estados Unidos ha ganado seis medallas de oro en el Mundial de Natación, todas pesan en el cuello de Caeleb Dressel, que el sábado anterior ganó las finales de 50 metros libres (21 segundos, 04 centésimas) y 100 mariposa (49s 66cs) en apenas 35 minutos, con una autoridad aplastante, intimidatoria.
A última hora de la jornada cerró su formidable actuación con otra victoria, esta vez en el relevo 4x100 mixto, donde el equipo norteamericano libró un duro combate con Australia, que ha regresado a toda máquina de su decepcionante desempeño en el Mundial del 2017.
El equipo femenino de EE.UU. ha perdido algo de punch, pero ha encontrado a una estrella rutilante. Se llama Regan Smith, una adolescente de Minnesota que está dispuesta a hacer historia. Ganó la final de 200 espalda con tres segundos de diferencia sobre la canadiense Masse y ayer rompió récord del mundo de 100 espalda al participar en la final del relevo 4x100 estilo combinado. Smith es versátil a la manera de Michael Phelps. Espaldista por naturaleza, también es extraordinaria en la mariposa y en la prueba de 200 metros libres.
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Katie Ledecky, hegemónica en las pruebas de fondo durante los últimos siete años, disputó la final de 800 metros, después de perder ante la australiana Titmus en los 400 libres y de renunciar a participar en la final de 1.500, por enfermedad. Venció con un gran registro (8m 13s 58cs) para las demás y discretísimo para ella.
Lo más notable fue su admirable combate contra la debilidad que la aqueja, sean cuales sean las razones. Ledecky comenzó con prisa y buen ritmo, flaqueó tanto después ante la italiana Simona Quadarella que la derrota parecía inevitable y sacó la fabulosa campeona que lleva dentro en unos imperiales 100 últimos metros. (O)