Desde siempre, el pop corn (palomitas de maíz o canchita, como se le conoce en algunos países) ha sido relacionado al acto de ver películas. De hecho, muchos no conciben la idea de hacerlo si tener una bandeja de este snack a la mano, y es que se trata de la comida por excelencia para acompañar una ficción. Pero, ¿te has preguntado de dónde viene esta costumbre?
En la actualidad, el pop corn dejó de ser, incluso, un alimento exclusivo para ver una película en el cine, pues también muchos optan por hacerlo en casa, ya sea para ver un largometraje o una serie en alguna plataforma de streaming. Lo cierto es que detrás de esta práctica hay una interesante historia. En 1999, Andrew F. Smith publicó el libro “Popped Culture: A Social History of Popcorn in America”, en el que analiza este snack bajo un contexto social.
A lo largo de la obra, el autor explora con detalle la historia del porp corn, y allí desvela cómo acabó convirtiéndose en el aperitivo principal en cualquier evento de entretenimiento con público. A continuación, más detalles al respecto.
¿POR QUÉ COMEMOS PALOMITAS DE MAÍZ EN EL CINE?
No es ninguna sorpresa saber que el dinero tuvo mucho que ver en el asunto. Sin embargo, lo que sí sorprenderá es saber que al comienzo la relación pop corn-cine no era buena, pues precisamente los cines eran el único lugar donde no estaban permitidas cuando empezaron a hacerse populares.
Las palomitas de maíz comenzaron a extenderse a mediados del siglo XIX en Norteamérica y, a finales de siglo, la invención de las máquinas de hacer canchita por parte de Charles Cretor, fundador de Cretors, hizo posible que salieran a la calle y empezara a tener mayor presencia en muchos lugares.
Gracias a que se puede trasladar con facilidad y la rapidez de su producción, hizo que se convirtiera en la máquina perfecta para estar en cualquier evento: circos, ferias y eventos deportivos.
La prohibición en los cines
Pese a que comenzaron a ganar popularidad en algunos eventos, los cines no querían tener nada que ver con el pop corn porque, de acuerdo con Smith, “estaban tratando de reproducir lo que se hacía en los teatros”. Asimismo, el escritor señala que “tenían hermosas alfombras y tapetes y no querían que el snack terminase en el piso y que sean pisadas”.
El triunfo del pop corn
Al principio los cines tenían una visión de negocio más elitista, pero la llegada del sonido a finales de los años 20 cambió bastante el escenario y la asistencia a las salas de cine se multiplicó en los primeros años. Con la masificación hubo cada vez más personas que querían ver una película mientras disfrutaban de snacks y refrescos, algo que los responsables de las salas de cine no podían negarse.
Así que, qué mejor idea que darles el producto que se ponía de moda y que era muy fácil de preparar, además de ser más económicas; en definitiva, era el snack que mejor se acomodaba a la situación actual de una población que afrontaba uno de las peores crisis económicas de la historia, la conocida como la Gran Depresión.
Lo que comenzó como una simple proliferación de puestos ambulante en las afueras de las salas de cine, acabó ganándose un puesto fijo en cada complejo de este tipo. Y, por supuesto, en una parte fundamental del negocio. La idea se extendió por el mundo y ahora, las palomitas y el cine van de la mano en la cultura popular desde que tenemos memoria.