Donostia se viste de fiesta durante su Semana Grande, y una de las tradiciones más esperadas y emocionantes es el encierro de toros de fuego. En esta tradición, que comenzó hace 40 años, cada noche las calles del centro histórico se llenan de gente que ansía vivir la experiencia de correr delante de estos peculiares toros envueltos en un espectáculo de luz y pólvora.
Desde las 23:30 hasta las 00:00, el toro de fuego empezará el recorrido desde la calle Miramar, para finalizar en el Boulevard. De camino, pasará por la calle Andia y Hernani.
Los toros de fuego son estructuras de fibra de vidrio recubiertas de cohetes y bengalas que emiten una luz y un sonido intensos. Un grupo de mozos, acompañados por sus respectivos monosabios, llevan a hombros estos disfraces pirotécnicos y recorren las calles a gran velocidad. Cada noche participan seis toros acompañados de cada uno de su monosabio, haciendo un total de 12 personas partícipes de la tradición.
Una tradición llena de emoción
La emoción es palpable desde el primer momento. Un cohete anuncia la salida y seis toros sale desde la calle Miramar envueltos de un espectáculo de luz y pólvora.
Enseguida, niños, jóvenes y adultos se lanzan a la calle para correr delante de los toros de fuego durante media hora. La mezcla de luz de diferentes colores, sonido y velocidad crea una atmósfera única que llena de adrenalina a los participantes. Al llegar al Boulevard el último de los seis toros y, tras el disparo de un segundo cohete, los toros vuelven a sus toriles a la espera del encierro del día siguiente.
En esta tradición, que participan personas de todas las edades, los más asiduos, según uno de los participantes del toro de fuego, Gorka Sagastume, son los niños: "Sobre todo participan niños. También padres pero porque quieren ir metiendo a los niños, poco a poco, en la tradición del toro de fuego. Los jóvenes también participan pero, sobre todo, los turistas. Los jóvenes, en general, suelen ir más al muelle, a los conciertos o a la fiesta".
Más que un simple espectáculo
Pero los toros de fuego son mucho más que un simple espectáculo de fuegos artificiales. Representan una tradición arraigada en la cultura donostiarra y son un símbolo de la Aste Nagusia. Además, fomentan el sentimiento de comunidad y la participación ciudadana.
Esta tradición tiene años de historia. Así lo cuenta Gorka Sagastume: "El toro de fuego viene de hace muchos años. Viene de una tradición que mucha gente no sabe: de los arrantzales que venían al puerto y se ponían las pieles".
Cada año, miles de personas acuden a Donostia para disfrutar de esta peculiar tradición. Los encierros de toros de fuego son una experiencia inolvidable que queda grabada en la memoria de todos los que participan.
"Es una sensación muy potente. Es mucha adrenalina"
Desde dentro, se vive de forma aun más especial, como dice Sagastume: "Para los que estamos dentro, es una sensación muy potente. Salimos corriendo muy rápido, tenemos que esquivar, saltar a los niños que se caen… Es mucha adrenalina".
Espectáculo sin riesgo
Aunque se utiliza fuego y pólvora, a diferencia de lo que puede parecer a simple vista, el único riesgo es que algún chispazo te queme la camisa, ya que el tipo de fuego empleado se trata de un fuego frio que no quema.
"A los toros no hay que tocarlos"
Aun así, Sagastume recomienda que no se toquen los toros, ni mucho menos abalanzarse sobre ellos, dado que pesa entre 15 y 17 kilos y llevan pirotecnia: "Hay gente inconsciente que no se da cuenta de que lo que llevamos encima es pirotecnia. A los toros no hay que tocarlos".
La ilusión, intacta
La ilusión por el toro de fuego de los participantes como Gorka Sarastume y Pedro Campos, es la misma que la del primer día, aunque lleven más de dos décadas participando en esta tradición: "Tenemos la misma ilusión que el primer día. Hay un ambiente buenísimo dentro del grupo y es lo que realmente nos une. No lo hacemos por dinero".
Historia
Desde hace 40 años, concretamente desde el año 1984, una manada de seis toros de fuego corre tras los mozos que osan ponerse delante de sus chispeantes cuernos durante las noches de la Semana Grande donostiarra. Sin embargo, la relación de la capital guipuzcoana y estos animales pirotécnicos viene de mucho más lejos. Se cuenta que estas tradiciones pirotécnicas nacieron en China, donde acostumbraban a quemar pólvora bajo figuras de caballos, gigantes, castillos y, sobre todo, dragones en movimiento.