Más de un centenar de días, 104 para ser exactos, fueron los que tuvo que esperar Carlos Peña para cobrar venganza en el mismo escenario donde comenzara su mal, el Estadio Azteca. Fue el pasado 15 de mayo cuando el “Gullit” colocó la pelota en el manchón penal, tomó su tiempo para cobrar y vio cómo sus ilusiones se estrellaron en el travesaño de Hugo González. Ahí fue que comenzó su martirio.
Aquella falla desde los once pasos marcó el rumbo de la eliminación del Guadalajara a manos del América en el Estadio Azteca. Las Águilas avanzaron a las semifinales del Clausura 2016 mientras que el cuadro tapatío regresó a Jalisco con el orgullo hecho polvo.
El ambiente grupal no fue el mejor en el seno rojiblanco, pero quien vivió un duelo personal más intenso fue Carlos Peña; Su mal cobro ante un portero inexperto en el momento cumbre del partido más importante fue una loza que arrastró hasta estos días.
En total fueron 412 minutos entre Liga y Copa los que tuvieron que pasar para que el “Gullit” volviera a probar las mieles del gol desde aquella eliminación contra América, esto no sin antes volver a fallar desde los once pasos ante Pumas en la jornada uno del actual torneo y perder protagonismo en el cuadro de Matías Almeyda.
En el torneo de su llegada Carlos se convirtió en el goleador del equipo al conseguir siete goles en el semestre, algo que nadie lograba desde que Rafael Márquez Lugo cargaba con la responsabilidad de salvar a Chivas del descenso. A pesar de las cifras, la afición no le perdonó la falla contra las Águilas y continuamente tuvo que soportar abucheos en la casa del cuadro rojiblanco.
Tan perdió protagonismo, que el día que consumó su venganza saltó a la cancha hasta el minuto 70’ y ya con el marcador prácticamente arreglado por un doblete de Isaac Brizuela.
Pasaron los minutos ya sobre el césped del coloso de Santa Úrsula y el momento de pasar factura llegó; el “Cone” centró el esférico con todas las ventajas para que “Gullit” definiera como en sus mejores días. Un sólido cabezazo suyo marcó el tres por cero definitivo.
Esta vez no hubo falla en el momento cumbre del partido más importante. La venganza llegó por aire y no desde los once pasos. No hubo portero o travesaño que frustrara su logro. Desde ese momento fue que el “Gullit” dejó de escuchar a los demonios que lo persiguieron desde mayo pasado. Las gradas del Azteca fueron testigo de ello.
GPE