20/05/2024

Juan Dosal: “¡Claro que estaba ahí!”

Lunes 19 de Septiembre del 2016

Juan Dosal: “¡Claro que estaba ahí!”

El comentarista deportivo Juan Dosal recuerda cómo vivió la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto sorprendió el set del programa 'Hoy Mismo'

El comentarista deportivo Juan Dosal recuerda cómo vivió la mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando un terremoto sorprendió el set del programa 'Hoy Mismo'

La memoria colectiva guarda dos materiales audiovisuales como las referencias más conocidas de los sismos de 1985. Una es la crónica radiofónica de Jacobo Zabludovsky. La otra, la transmisión en directo de Hoy mismo en donde Lourdes Guerrero confirmaba lo que ya resultaba obvio para cualquiera que estuviera despierto: temblaba.

“¡Claro que estaba ahí!”, dice Juan Dosal. Pudo haber sido de otra manera porque acababa de regresar de una cobertura periodística en el extranjero lo que le hubiera valido, sin problema, un par de días de descanso. Prefirió, como todas las mañanas, tomar la carretera desde Toluca y conducir hasta el número 18 de la Avenida Chapultepec.

“Era un día normal”, recuerda. “Me levanté a las 4:20, me bañé y me fui”. Lo único fuera de lo habitual era que Guillermo Ochoa, titular del informativo, estaría ausente por una cita médica. En esos casos, la comunicadora tomaba su lugar y a la mesa se sumaba María Victoria Llamas.

Ya en el trabajo, se tomó un café y fumó un cigarro mientras revisaba el script de los primeros 20 minutos de un programa que estaba pensado para durar cuatro horas. “Cinco minutos antes, tomamos nuestras cosas y nos fuimos al estudio”, cuenta.

Y vino lo que hizo distinta a aquella mañana. Como cinta magnética, el comentarista deportivo tiene marcadas en la mente las palabras de su compañera. “¡Ah, Chihuahua! Siete de la mañana, 19 minutos, 42 segundos tiempo del centro de México. Sigue temblando un poquitito pero pues vamos a tomarlo con una gran tranquilidad”.

Pasaron 19 segundos antes de que la pantalla se fuera a negros, es decir, que se perdiera la señal. Él los percibió como algo de mayor duración, lo que queda de manifiesto en el detalle de su narración. “Viene el problema. Empezamos a escuchar ruido. Ruido fuerte, como si estuvieran tirando tierra o cosas así. Después, el movimiento. Movimiento que ya habíamos sentido en otros temblores. ‘Bueno, está temblando, y ahorita se pasa’, pero éste no se pasaba. Éste lo sentíamos más fuerte, más intenso y de mayor duración”. Y sentencia: “Se nos hizo eterno”.

Los tres periodistas decidieron esperar con tranquilidad el regreso del aire. Ni remotamente imaginaban lo que había pasado. Vino su primer contacto con el exterior. Fue a través de un asistente que entró corriendo al estudio como si le hubieran tirado encima un costal de arena y que no tardó en gritarles: “¡Se cayó Noticiarios!”.

No había razón para permanecer ahí adentro. La salida de ahí no fue sencilla. Se las dificultó la oscuridad, los escombros, el olor a gas y la presencia de agua. Literalmente, lo hicieron a tientas. Volvieron a encontrar la luz en Dr. Río de la Loza. “Nos sentamos en el camellón con una desolación y una tristeza… No recuerdo en mi vida algo con tanta tristeza”, confiesa.

Sentado sobre el borde de aquel pequeño jardín en medio de una avenida solitaria, a Juan Dosal le tocó ver lo que jamás hubiera imaginado. Primero, la destrucción. De su centro de trabajo quedó poco, si no es que nada. “Parecía un acordeón”, describe. Pero también fue testigo del milagro. De entre los escombros, a gatas vio salir a un muchacho. Era Gerardo Valtierra, la guardia de Deportes, “¡nada más con algunos rasguños!”.

Las emociones fuertes no terminaron ahí. Junto con prácticamente todos los empleados que habían logrado sobrevivir se conformó un escuadrón de rescate. Recuerda a don Emilio Azcárraga a la cabeza. Entre todos levantaron piedras, rescataron personas, identificaron cuerpos. Este último proceso lo considera el más fuerte. ¿Qué más doloroso que ver partir a un colega en un ataúd?

Pero él y sus compañeros no podían rendirse. De donde fuera sacaron fuerzas. Así organizaron un partido de fútbol callejero para distraer su mente, así se preocuparon por lograr transmitir de nuevo y así se ocuparon de levantar de vuelta la empresa. ¿Cómo? “Se armó un ejército. Cada quien hacía lo que tenía que hacer”, responde.

Regresar al aire y ver de pie otra vez el edificio de Avenida Chapultepec no representan el capítulo final de esta tragedia. La historia se ha mantenido viva en las últimas tres décadas. “Cuando platico esto, pero mientras lo estoy diciendo, lo tengo y lo siento aquí”, exterioriza tocándose la cabeza y el pecho.

32 años después, Juan Dosal se confiesa después de las 7:19 de aquel jueves 19 de septiembre de 1985. “Algo cambió en mí. Algo debió haber cambiando en mí. Sigo siendo alegre, sigo siendo entusiasta, sigo siendo emprendedor, sigo siendo cumplidor con mi trabajo”. A la pregunta de “¿Entonces quién eres hoy?”, contesta: “Como dice la canción de Raphael: ‘Yo soy aquel’. El mismo. Con el mismo entusiasmo y las mismas ganas”.


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