Una ancha cicatriz se le pronuncia a Andrés Pérez cuando dobla su rodilla derecha. También ha sufrido: una fractura en el tabique, un problema de varicocele y una fractura de peroné que amenazó con forzar su retiro del fútbol, en el 2001, jugando para Millonarios.
Se suponen pocas heridas para tanto trecho. El bogotano, ya ducho en las canchas, atraviesa su más lustroso momento, con el Deportivo Cali. “Mi cabeza y mi corazón están con el Deportivo Cali. Estaba ilusionado con el título y ahora quiero seguir haciendo historia, me siento muy feliz de haber logrado tres títulos con el equipo (Liga, Superliga y Copa Colombia). Esto es algo difícil y grandísimo, es de lo más grande que he hecho”, reconoció el bogotano de 34 años (5 de septiembre de 1980).
También en Cali inició su vuelo. Solo 16 años tenía cuando junto a kilian Virviescas y Fabián Vargas llegaron al América, procedentes del Maracaneiros de Bogotá. Los dos primeros se quedaron y luego emigraron a los argentinos River Plate y Boca Juniors. “En el América nos fue muy bien: estuve en la selección Colombia Sub-17 y Sub-20. Nos llamaron a la selección Valle pero no dejaron que tres rolos estuvieran en la Valle”, recordó Pérez.
Luego fue a Millonarios, donde Bonner Mosquera lo abrigó y guió. Para esa exigencia extrema que mantiene Andrés Pérez, cuenta que también siguió los ejemplos de Nelson Vivas, Matías Almeida y Faryd Mondragón. Tras cinco temporadas con los ‘albiazules’, Pérez también emprendió camino hacia Argentina… jugó con Quilmes, Arsenal de Sarandí y San Lorenzo de Almagro.
Conocer que si su padre hubiera obedecido el primer diagnóstico médico sobre la rótula derecha de Andrés Pérez partida en cuatro pedazos, quizás su hijo hoy fuera un gran profesional en otra ocupación alejada de los campos, como lo hicieron los dos hermanos menores del capitán de los verdiblancos, quienes fueron a estudiar a Nueva Zelanda y se radicaron allá.
“Siempre quiero ser el primero en la fila, mi señora me dice que soy el obediente de la clase. Cuando tenía 11 años y jugaba para la selección de Bogotá, hicieron una apuesta... el primero que llegara a tomar agua. Llegué primero, pero no logré frenar y fui a parar contra una roca. Se me partió la rótula derecha en cuatro partes, me operaron y me dijeron que no podía volver a correr. Fue durísimo, lloré mucho, pero conté con el apoyo de mis padres y del médico Édgar Muñoz”, reveló Pérez.
Pérez se mantiene erguido, líder, combativo. Símbolo de la novena estrella del Cali, con un equipo joven, entusiasta. "Viví en muchos equipos en los que había dos peleas por semana, pero cuando la gente llega a esos extremos es porque se acaban los fundamentos. Por fortuna, en el camerino del Cali hay la alegría propia de la juventud, y es un equipo muy serio a la hora de jugar y entrenar, por eso logramos el título”, reconoció ‘el Gladiador’, como lo llaman los simpatizantes del conjunto azucarero.
Pérez, está adaptado en Cali y sus dos hijos, mucho más: “Ellos dicen que no son rolos, que son vallunos”. Y sobre su futuro en el fútbol, dijo que quiere continuar vinculado al Cali, trabajando en la parte formativa.