En la vida, Juan ha cruzado tantas metas que la del Andes Race del Cusco será una más en su andar. Quizá la que más llame la atención, la que más reporteros descubran, pero su triunfo no estará en el arco de llegada, sino en los pasos que ha dado para llegar al punto de partida.
ENTREVISTA: Lucho Horna: “Ver cómo está jugando Varillas es un shock de adrenalina y confianza”
Juan Retes Herrera es un joven de 20 años y vive su vida como amante del running. Tiene autismo en condición moderado a medio, pero con una circunstancia atípica ya que posee una notable destreza física, es decir, su cuerpo está preparado para la exigencia. Es todo potencia: se coloca su camiseta de runner, se cuelga sus tomatodos, ata sus zapatillas y sale a caminar o correr, Y también le gusta manejar bicicleta. Claro, siempre de la mano de su madre Úrsula Herrera y alentado por Pedro Silva, entrenador y parte de la familia deportiva.
“Yo lo llevaba a sus terapias de San Miguel al Callao caminando unos cuatro a cinco kilómetros. No se cansaba por su hiperactividad y así empezó, le gustaba salir a caminar siempre”, cuenta mamá Úrsula, quien ha sabido descubrir las habilidades de Juan para hacer de su vida un reflejo de su espíritu deportivo. “En las mañanas se despierta y me señala sus zapatillas para salir”, agrega, con alegría. Esa es la señal.
Juan no puede hablar y su comunicación es totalmente gestual. Pero responde bien a las motivaciones. Cuando escucha la palabra paseo o carro, se emociona porque sabe que la calle lo espera, el deporte lo llama y ahí disfrutar de todo.
“Él camina 17 a 20 kilómetros tranquilo, pero tengo que tener cositas para premiarlo. Comiditas, frutas, agua... el celular. Para modular su conducta le vamos dando de a pocos”, describe su madre, que no lo abandona jamás. Su maestra, pero también su hincha.
Entonces lo fuimos a buscar. Y así lo vimos hace unos días en el Morro Solar, en una breve jornada de entrenamiento con miras al Andes Race, la exigente prueba de trail running que se realizará en el Cusco en agosto próximo. Sube las cuestas sin problemas, pero tras ello hay que premiarlo: su sándwich favorito, un sorbo de agua y al final la música de fiesta en el celular para el festejo final. Él disfruta de cada momento, y más si hay comida de por medio. Por eso en casa ayuda en la cocina, porque en su paladar está la diversión.
“El motor es ella. Ella lo ha incentivado a diario para hacer esto”, nos dice Pedro Silva, ya que es la señora Úrsula quien carga con la pequeña mochila en la que lleva los premios para Juan.
—La competencia—
Juan se adapta bien a los cambios, aunque sabe que le costará el doble. Puede variar de rutas para ir a diversos lugares sin problemas. Está habituado a los ruidos y movimientos de la ciudad. Solo hay algo que lo incomoda: retroceder, ir hacia atrás.
Por eso el running se ha convertido en su deporte favorito. Toma la ruta y encara hacia adelante. Sube al Morro y hace las trochas en serpentina sin problemas. No va a volver sobre sus hombros, él busca llegar a su destino.
Juan ha hecho su vida deportiva entre calles y circuitos. Ya ha competido en algunas carreras en el Pentagonito y ahora va por un reto mayor: los Andes Race.
Vienen entrenando hace unos tres meses para esta prueba. Juan ya ha estado en Cusco antes y no ha tenido problemas con la exigencia de la altura, por eso tanto Pedro como Úrsula se animaron a inscribirlo para la prueba de trail, donde ellos ya han tenido experiencias anteriores.
Es una tradicional prueba de trail running que se corre este año el 25 y 26 de agosto. Tiene las distancias de 100, 60, 30 y 13K.
Los 13K empezarán en el pueblo de Willoq y acaban en la Plaza de Ollantaytambo, todo en el Cusco.
Han presentado todas las pruebas médicas a la organización y físicamente está apto para la competencia. Harán los 13K y esperan que Juan sea la primera persona con autismo en completar la prueba.
En los próximos días viajarán a Churín para una nueva etapa de entrenamiento y luego irán a Marcahuasi para ya el cierre de la adaptación a la altura, y estar listos el 26 de agosto en el punto de partida del Andes Race.
“Hay que saber descubrir las habilidades de los chicos y saber dirigirlas, canalizar esas energías”, concluye Ursula, ya que Juan se ha convertido en todo un atleta. También le gusta la música y la pintura, pero nada como atar sus zapatillas y salir a una caminata liberadora de energía.
Esta es la historia de Juan, Úrsula, y Pedro, y puede ser la de muchas familias que conviven con esta condición en un hijo. Puede ser una oportunidad para encarar la vida a otro ritmo. Y conocer Cusco de la mano, como harán ellos en el Andes Race.
--
Ver noticia en El Comercio: DT