LONDRES.- Stan Wawrinka se ilusionó, en algún momento, con lograr el trofeo de Wimbledon y completar todos los casilleros de los Grand Slam. El suizo fue campeón en Australia (2014), en Roland Garros (2015) y en el US Open (2016). Son muy pocos los tenistas que pueden ufanarse de ello. Sin embargo, a medida que avanzó la temporada sobre césped, esa ilusión se fue apagando. Compitió en Queen's y cayó en la primera rueda frente al español Feliciano López. Arribó al All England mascullando bronca porque no le respetaron el número 3 del ranking en el momento de elaborar su preclasificación.
Wimbledon tiene su propia fórmula para designar a los favoritos (se toma en cuenta el 100% de los puntos logrados sobre esa superficie en los últimos doce meses. Y, además, se utiliza el 75% de los puntos ganados en los "mejores" torneos sobre césped de los doce meses anteriores a los últimos doce) y el hombre que durante muchos años actuó bajo la sombra de Roger Federer quedó como quinto preclasificado, lo que le provocaba medirse en un potencial cruce de cuartos de final con alguno de los cuatro primeros cabeza de serie y no en las hipotéticas semifinales, como hubiera sucedido siendo 3°. Pero todas las especulaciones se hicieron añicos muy pronto, ya que en la primera jornada del certamen se despidió. Y no lo hizo ante ningún peso pesado: fue el ruso Daniil Medvedev (21 años, 49° del tour) quien lo derrotó por 6-4, 3-6, 6-4 y 6-1, en dos horas y 13 minutos.
"Hace un año estaba en el puesto 250. Si alguien me decía que una temporada más tarde ganaría en el court central, le diría que bromeaba", sonrió, con frescura, el tenista nacido en Moscú y de 1,98 metro. Su aparición en el tercer Grand Slam del año fue fulminante. Pero ya venía demostrando buenas aptitudes para el césped. De hecho, había alcanzado los cuartos de final en s-Hertogenbosh y en Queen's, y las semifinales en Eastbourne (allí perdió frente a Novak Djokovic, luego el campeón del certamen).
Medvedev, que no tiene ningún tipo de vínculo familiar con Andrei Medvedev (ex número 4 del mundo en 1994), tiene un saque poderoso: ante Wawrinka anotó diez aces y consiguió el 85% de los puntos con el primer servicio. Además, aprovechó que Wawrinka no se encontraba en las mejores condiciones físicas. Incluso, el helvético fue atendido por el fisioterapeuta argentino Alejandro Resnicoff en varias oportunidades por molestias en la rodilla izquierda. "No me sentí como yo quería. Además jugué contra un gran rival, que venía con mucha confianza y que jugó muy rápido. Tuve dos malos torneos sobre césped, lamentablemente. No era lo que yo esperaba. Tengo un problema en la rodilla desde Queen's, que también lo tuve a fines del año pasado y en Australia, pero confiaba sentirme un poco mejor en Wimbledon", explicó Wawrinka, que a su habitual grupo de trabajo liderado por Magnus Norman sumó especialmente para el césped británico a Paul Annacone, el exitoso ex entrenador de Roger Federer y Pete Sampras.
"Ahora tengo que averiguar exactamente cuál es el problema, es lo que voy a hacer, y volveré a la cancha de tenis cuando me sienta sin ningún dolor", afirmó el tenista de poderoso revés de una mano. Wawrinka se marcha con un sabor amargo, además, porque de haber levantado el trofeo en el All England el domingo 16, se habría quedado con el liderazgo del ranking, algo que todavía pueden conseguir Djokovic y Rafael Nadal en este torneo dependiendo de algunas combinaciones de resultados.
Lucha de sacadores
Terminados casi todos los partidos de la jornada de lunes en Wimbledon, los ojos del público y de los periodistas estuvieron puestos en el court número 3. Casi en penumbras y después de una batalla de cuatro horas y 24 minutos, el británico Aljaz Bedene (58°) superó al gigante croata Ivo Karlovic (23° del ranking y 21° preclasificado) por 6-7 (5-7), 7-6 (8-6), 6-7 (7-9), 7-6 (7-9) y 8-6. Fue, realmente, una batalla de sacadores. Bedene terminó con 27 aces, mientras que el hombre que el año pasado perdió el quinto punto de la final de la Copa Davis ante Federico Delbonis en Zagreb, logró 44 saques directos. Karlovic tuvo ocho oportunidades para romperle el servicio a su rival, pero no lo consiguió. Mientras que Bedene tuvo cinco chances y pudo quebrarle una vez, en el final.