22/12/2024

“La gesta de Peschiera antes que un motivo de gozo, parecía un pecado mortal”: Pedro Ortiz y por qué el deporte debe juntar al Perú y no dividirlo [VIDEO]

Hace 4 meses

Tras la medalla olímpica conseguida por Stefano Pesquiera, cortando una sequía de 32 años, el país en redes sociales se dividió entre los que valoraron y aplaudieron la hazaña y los que rebuscaron otros ámbitos para intentar desmerecerla, cuando todos debimos estar felices por el histórico logro.

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Pocos minutos después de que nuestro velerista ganara la medalla de bronce olímpica, no pocas cuentas empezaron a ametrallarlo con críticas, enfilando sus puñales hacia sus posturas políticas. Viejos tuits fueron reposteados con malevolencia. Ya no solo se lo atacaba por su pensamiento, sino por su apellido, dinero y privilegios. Para un país que en 88 años de competencia apenas ha conseguido cinco preseas olímpicas, la gesta de Peschiera antes que un motivo de gozo, parecía un pecado mortal.

Afortunadamente, todo no pasó de ser la chilla barata de un grupo de intolerantes. X, para pesar de muchos de sus fans, está lejos de mover las agujas del peruano de a pie (y del mundo, en general). Los estudios sobre redes sociales coinciden en que es un espacio sobredimensionado que no le hace cosquillas al mundo real.

Stefano Peschiera haciendo flamear la bandera en París (@atv)
Stefano Peschiera haciendo flamear la bandera en París (@atv)

Aunque los jóvenes la han abandonado en los últimos años, Facebook sigue predominando en el gusto popular, sobre todo entre los mayores de 60 años que recién se animan al mundo digital. El último informe del Instituto Reuters señala que detrás de la red creada por Mark Zuckerberg, se hallan Youtube, Whatsapp, Tik Tok, Instagram y, bien a la cola, X. ¿Por qué parece lo contrario? Porque es una cámara de eco de fácil acceso que masajea nuestra vanidad. Los periodistas la adoramos porque nos da exposición. Lo mismo pasa con líderes de opinión, instituciones y los usuarios comunes -en particular los anónimos- que gozan con participar de ciertas conversaciones o ponerse de tú a tú con el punching ball de ocasión.

Quizás sea porque somos un país con tan pocos logros deportivos que nos cuesta creer que podemos ser felices. La actuación peruana en París 2024 ha sido la mejor de toda nuestra historia olímpica: una medalla de bronce y cinco diplomas (entre ellos el cuarto lugar de Kimberly García y César Rodríguez en relevos mixtos en marcha atlética) deben ser motivo de justo y, cómo no, desatado festejo.

Es cierto que falta mucho por mejorar y que el apoyo estatal a nuestros atletas es insuficiente; ¿pero por qué esa enfermiza insistencia en boicotearnos, en no creer que podemos ser los mejores? Históricamente, los grandes logros deportivos han sido motivo de orgullo y unión en nuestro país. No dejemos que no nos quiten el derecho a ser felices.


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